Democratización de las artes visuales: ¿realidad o falsa promesa en el mundo digital?

Democratización de las artes visuales: ¿realidad o falsa promesa en el mundo digital?

Por Guadalupe Tobar y Ana Yúdica

¿Cómo definimos a las artes visuales después de la irrupción de la tecnología? Podemos visitar el Museo del Prado desde el teléfono, tener “La noche estrellada” como fondo de pantalla y por las redes, ver el proceso de un artista de Japón. ¿Cuál es el rol que cumple Internet y, especialmente, las redes sociales en todo esto? 

La Real Academia Española define el arte como una “manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado”. Esta es una manera formal y “correcta” de entender el arte, pero no es precisamente la respuesta que estamos buscando. Entonces, consultamos a artistas y especialistas de San Juan ¿qué significa para ellos el arte? A pesar de la inmensa variedad de respuestas, hay dos aspectos que nos parece importante retomar: el arte transmite un mensaje y genera un impacto sensorial. Pablo Henríquez, artista plástico de la provincia, entiende que las artes visuales no son simplemente una cosa bonita.  “El arte funciona como un dispositivo de precisión. Un tipo de dispositivo que abre una cerradura para despertar algo en tu interior. El arte no es un mensaje terminado, sino que es algo a partir de lo que vos podés construir”.

El arte también funciona como un registro tangible de nuestro pasado. Antiguamente era utilizado como un medio por el cual se transmitía la historia, la cultura, los pensamientos e ideales.  Durante mucho tiempo, su acceso estuvo limitado a la aristocracia, a cierto tipo de élite que controlaba  las representaciones del mundo. Esto limitó no solamente las obras de arte, sino también, la forma en la que se comprendía la realidad.  La llegada de Internet a finales del siglo XX cambió la forma de acceder a las artes visuales. Lo que antes estaba a disposición de cierto estamento de la sociedad, ahora tiene una mayor llegada a la sociedad en general. Alba Sánchez, artista y docente de la cátedra Historia del Arte en la Licenciatura en Artes Visuales de la Universidad Nacional de San Juan explica que “los medios digitales cambian la forma de ver y de producir arte. Con Internet uno puede tener al alcance de la mano miles de obras de arte en un instante y en alta resolución. También, se pueden visitar museos de manera virtual. Entonces, cambia la idea de arte como algo sagrado e inaccesible”.

¿Todos podemos acceder al arte visual? 

Roger Silverstone, doctor en Sociología dedicado al estudio de los medios de comunicación, afirma que la tecnología y los nuevos medios son los responsables de transformar el espacio social y cultural. Con la llegada de Internet y las redes sociales, el arte toma un nuevo lugar en el espacio social por lo que se desvincula de las élites. Ahora, -casi- todas las personas pueden tener acceso a producciones artísticas y a compartir sus propias obras. Es así que surge la expresión democratización del arte que sirve para ilustrar el fenómeno actual, ya que hay menos barreras para acceder a esta actividad. El término democratizar abarca dos aspectos: el acceso y la producción, ambos importantes para conformar y comprender la cultura. Una sociedad que es capaz de acceder al arte y producirlo, es una comunidad que puede establecer sus propias concepciones del mundo. Luciano Mancinelli, mejor conocido como Lulito, es estudiante avanzado de la Licenciatura en Artes Visuales de la UNSJ e ilustrador digital. Él cuenta que su preferencia por el arte digital, además de tratarse de un tema de comodidad con el formato, es una cuestión económica. Este soporte resulta más asequible para aquellos que cuentan con acceso a diversos medios digitales, ya que no tienen que gastar en materiales con frecuencia. De esta manera, el arte digital permite que las personas puedan ser autores de sus propias imágenes. Alba explica que este formato brinda la posibilidad de nuevas formas de producción. El modelo permite elaborar obras a partir de algo que ya está creado, pudiendo modificarlo o intervenirlo.

Es importante aclarar que el acceso a los soportes digitales depende de condiciones socioeconómicas. Quienes no pueden acceder a las tecnologías de información y comunicación no pueden ejercer su derecho a la comunicación y mucho menos llegar al arte digital. 

La brecha digital es la grieta que existe entre quienes no pueden acceder a las TIC y quienes sí lo hacen. Martín Becerra, investigador del CONICET, explica que va más allá de la dimensión material, es decir, el acceso a un dispositivo tecnológico. Incluye también una dimensión de habilidades, competencias y oportunidades que se ven afectadas por la brecha. Esta problemática margina a las personas de las expresiones artísticas que se consolidan a través de estos nuevos medios como las redes sociales. Por lo tanto, su acceso a las artes visuales y la cultura se ve limitado a las propuestas artísticas estatales y/o populares que estén dirigidas a integrarlos. 

En este contexto, las redes sociales podrían desempeñarse como plataformas que permiten conectar a las personas y con el ámbito artístico. Sofía Basañes Vázquez, licenciada en Artes Visuales, asegura que el contenido artístico en Internet ayuda a contagiar las ganas de producir, ya sea por pasatiempo o como profesión. La licenciada en Artes Visuales y docente Mariana Esquivel coincide con esta afirmación, agregando que “hoy los jóvenes eligen dedicarse al arte gracias a la forma en que los artistas muestran sus obras en el mundo digital”.

Educar para comprender
Si bien las redes sociales favorecen el acercamiento a las artes visuales, eso no es suficiente. Las obras no son accesibles sólo porque se las pueda ver. Alba explica que el arte es accesible mientras la persona pueda entender su lenguaje. “El arte hoy, sobre todo el conceptual, es complejísimo a niveles metafóricos, simbólicos, alegóricos y resulta hermético para una gran parte de la población. Entonces, si la persona no puede interpretar los códigos del lenguaje visual, a comprender su simbolismo y significado más profundo, va a acceder a la obra en una forma fragmentada”.

Por esta razón, el arte no es accesible si no hay una educación que apoye la democratización de la comprensión de las artes visuales. Alba asegura que  “si no hay una educación generalizada que apoye la educación artística como algo fundamental y primordial, el acceso va a estar sesgado”. ¿En quién recae esta responsabilidad? Cuando la educación formal no es suficiente, la tarea de enseñar a la sociedad queda en manos de centros culturales. Esto perpetúa que el conocimiento del arte y la cultura se mantenga en un determinado grupo que es afín a las actividades artísticas.

Eliana Femenía es licenciada en Artes Visuales y gestora cultural, actualmente es coordinadora de la Galería del Centro Cultural Estación San Martín. Eliana comparte que el mayor reto como coordinadora es hacer que lleguen personas que no han asistido antes. Por esta razón, usa como herramienta principal las redes sociales para difundir las actividades que realiza la Estación. “Alguien que no tenía la posibilidad de enterarse sobre actividades culturales y ahora sí la tiene. Entonces, hay que festejarlo”.

“Si tengo la posibilidad de que un chico llegue al museo, tengo que estar atenta y saber cómo captarlo.” Eliana siente la responsabilidad de abrir las puertas del espacio y acompañar a las personas en un recorrido que responda a sus necesidades. “El conocimiento es fragmentado y es la gente quien lo va construyendo, por eso nosotros tenemos que construir espectadores. Eso se hace analizando los intereses de la comunidad y creando nuevos intereses”.

Eliana también reconoce que los sanjuaninos “no estamos acostumbrados a preguntarnos, entonces mi idea es instalar preguntas o incomodidades. ‘¿Cómo podés tener un mural a la vuelta de tu casa y no saber quién lo ha hecho o por qué está ahí?’ ”. “Si no comprendemos algo, preguntemos. Si vamos a un centro cultural y no entendemos, hay que demandar: ‘¿alguien me puede explicar?’ ”. Desde su lugar como gestora, Eliana cree que es necesario perder el miedo a preguntar acerca de las obras. 

El valor en tiempos de masificación de imágenes

En la actualidad no podemos pensarnos por fuera o aislados de las redes sociales. Roger Silverstone, en “La moral y los medios”, afirma: «Los medios son el contexto y a la vez están contextualizados. Construyen un mundo y están construidos en ese mundo y por ese mundo. Y, desde luego, el mundo es algo plural, no singular”.
En una realidad en la que nos encontramos rodeados de imágenes, las redes sociales se incluyen entre uno de los muchos factores que influyen en el proceso creativo de un artista. El consumo, de manera consciente o no, afecta cómo percibimos la realidad y el arte no se queda afuera de esto. Sobre este tema Sofía Basañes cuenta “a veces una imagen me lleva a otra referencia, y eso a su vez a otro estilo de arte al que no estoy acostumbrada. Me abre la mente”. Mariana Esquivel comparte esta mirada y agrega que las redes “abren caminos para explorar talleres y herramientas de colegas a las que antes no teníamos acceso”. De esta misma manera, las redes pueden causar el efecto totalmente contrario. “Al principio era tanta la información, las opciones , las maneras y las formas, que dudaba de mí y de mi obra. Dudaba de si iba a ser lo suficientemente fuerte para entrar en ese circuito”, comparte Mariana.

Además de las inseguridades que puede generar la constante comparación en redes, otro de los riesgos es que se pierda el valor de la obra. “Creo que hay un exceso de consumo de imágenes en este mundo audiovisual. Tanta información desvaloriza lo que se consume”, comparte Sofía. Esta apreciación no es un caso aislado, profesionales de diferentes disciplinas coinciden en que los espectadores no profundizan en el contenido en redes. Esto desvaloriza el contenido y tiende a la propagación de contenido engañoso. “Estamos tan acostumbrados a estar scrolleando, que no nos tomamos el tiempo de ver y apreciar la obra de arte. En las redes, el espectador ve en dos segundos un trabajo que al artista le costó diez horas de laburo. Entonces se pierde el valor de lo que costó llegar a eso”, asegura Lulito. 

La realidad que designan las redes

Silverstone considera que cualquier tipo de experiencia, sea atravesada por los medios o no, tiene especificidad cultural. Podemos sumar que, en algún punto, hay algo de lo simbólico que resuena con nosotros. Pero en las redes sociales, los límites culturales se difuminan. Alba Sánchez comenta que “la globalización en este momento de la historia es tan fuerte que es imposible escapar de ella. Por esa razón, los artistas que se empiezan a expandir por las redes sociales, se ven en la obligación de tomar modos culturales extranjeros o globalizados”.  

Las redes sociales tienen un sistema informático que analiza las interacciones de cada usuario para ofrecerle un contenido que se adecue a sus preferencias. Jaime E. Bailón, es licenciado en Ciencias de la Comunicación y se dedica a la investigación de las nuevas tecnologías, cultura y educación. Él explica en uno de sus artículos que “el algoritmo se constituye a partir de conceptos en donde se actualizan los dispositivos de control político, económico y social de una sociedad. Ahí están también inscritos los valores estéticos (lo bello, lo sublime, lo sensible), pero de forma potencial, tal como una idea o promesa”.  Cristóbal Cobo, investigador y especialista en tecnología, considera que las personas no entienden cómo estos softwares son capaces de influir en su forma de pensar y actuar. 

Alba explica que “los software de los medios digitales son producidos en el extranjero. Entonces, las técnicas y los modos de imagen que proponen estos software no son del territorio, son ajenos”. Podemos afirmar que al no representar lógicas locales, se corre el riesgo que nuestra realidad no sea representada y que las pequeñas culturas dejen de tener visibilidad dentro de la red. 

No buscamos demonizar las redes sociales porque resulta -casi- imposible escapar de su alcance y de la realidad que construyen. Pero, es importante reconocer que no son herramientas “inocentes” o ”arbitrarias”, sino que a través de ellas se consolidan distintas visiones del mundo. No podemos huir de los algoritmos y tampoco, brindar una solución para ellos, aunque, conocer esta situación permite tener una mirada “más crítica” sobre lo que estos software privilegian. 

En las redes sociales existe una predilección por un modelo de contenido que responde a lo “aesthetic”, que valora conceptos como la armonía, la claridad y la simetría. Si solo nos ceñimos a esta forma de mostrar la imagen estamos dejando otros contenidos por fuera y acostumbramos nuestra visión a un modelo “normado” y “hegemónico” de una realidad ajena. La estética es mucho más amplia que eso. Ancízar Narváez Montoya, investigador en comunicación, educación y cultura,  explica que «la estética se concibe como la forma de sentir y percibir de una cultura en particular». 

Pablo Henríquez considera que, aunque el arte esté sesgado por la cultura de un lugar, los temas que aborda son universales: “son los mismos temas hechos de manera muy parecida, porque en el fondo el sentido es el mismo”. De esta manera, no resulta extraño conectar y admirar artistas extranjeros. Pero, para poder acceder al sentido de la obra las personas deben contar con las herramientas necesarias para hacerlo.

La educación artística debería ser el primer paso para garantizar el acceso al arte. Promover esta herramienta es la que va a desbloquear la realidad que hay oculta, tanto en las obras que tenemos en el territorio como las que vemos a través de una pantalla. Como la tecnología va a seguir avanzando, los espectadores tenemos que encontrar nuevas formas de vincularnos con las artes visuales, así evitamos que el conocimiento quede escondido entre los simbolismos.

Bibliografía

  • Silverstone, R. (1999). ¿Por qué estudiar los medios? Amorrortu editores. 
  • Silverstone, R. (2010). La moral de los medios de comunicación. Sobre el nacimiento de la polis de los medios. Amorrortu editores. 
  • Jaimovich, D. (23 de mayo de 2020). Acepto las condiciones: usos y abuso de las tecnologías digitales. Infobae. 

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