De Mendoza a Newcastle

De Mendoza a Newcastle

Newcastle Upon Tyne es una ciudad inglesa a orillas del río Tyne. Fue un importante centro de construcción naval y fabricación durante la Revolución Industrial. En la actualidad, es un centro de negocios, artes y ciencias donde llueve todo el año. Es el centro del dialecto Geordie, una forma de pronunciar y hablar peculiar a esta zona y diferente del resto de Inglaterra. Once mil kilómetros separan a Mendoza de Newcastle. 22 horas de vuelo. Ahí está Tomás, que acaba de jugar sus primeros Juegos Mundiales para Trasplantados. World Transplate Games, como les dicen allá.

Tomás nació el 29 de septiembre de 1995 en el Hospital Español de Mendoza. No llegaba a pesar 2kg cuando Alba, su mamá, lo alzó por primera vez. A la semana de nacer, Alba notaba que algo no andaba bien en su hijo: “se veía débil, flacucho, parecía un pollito”. Estuvo veinte días internado en neonatología del hospital y tenía una infección urinaria que no parecía curarse. Después de muchos estudios, el diagnóstico era poco esperanzador: Tomás había nacido con un riñón sin desarrollar y el otro estaba afectado por la infección, sólo funcionaba un 25% del órgano.  Su estado era crítico y si sobrevivía, iba a tener que vivir con un cuarto de riñón.

La médica que atendió su caso les explicó a sus padres: “Tomás va a necesitar un riñón y pronto. Probablemente durante su infancia, así que sería ideal que intente vivir lo que más pueda con su condición”. Pero Tomi pasó su infancia y pasó su adolescencia sin necesitar de una donación.

Antes de cumplir los 18, Tomás supo lo que se venía. Empezaba a sentirse mal, tenía dolores muy fuertes en la espalda y los resultados de sus estudios no eran buenos. La diálisis es un proceso lento, largo y agotador. Un tratamiento con el que se filtran los desechos y los líquidos de la sangre a través de una máquina que funciona como un riñón artificial. Tomás empezó a dializarse a comienzos del 2013. Tres veces por semana, entre tres y cinco horas por turno, generalmente en silencio.  “Me daba mucho tiempo para pensar. Por eso no me gustaba, no quería imaginarme toda mi vida conectado a esa máquina. A veces me llevaba cosas para leer o estudiar, pero me aburría mucho. Y además, me dejaba agotado, sin energía. Yo ya estaba inscripto en el INCUCAI, a la espera de un riñón y al mismo tiempo empezamos con los análisis para ver si mi mamá podía ser mi donante”.

Pero los análisis dieron negativos y Alba no era compatible para donar. Sumado a esto, falleció Pedro, un amigo que Tomás se había hecho durante la diálisis y que llevaba muchos años esperando un riñón.

Según la Organización Mundial de la Salud, los primeros estudios experimentales sobre el trasplante de órganos empezaron a comienzos del siglo XX. En los últimos 50 años, el trasplante de células, tejidos y órganos humanos se ha convertido en una práctica mundial que ha alargado la duración y ha mejorado enormemente la calidad de cientos de miles de vidas. Gracias a los avances de la tecnología médica, sobre todo en relación con el rechazo de tejidos y órganos, se ha producido un aumento de la demanda de éstos, que siempre ha sido superior a la oferta, a pesar del notable aumento de la donación de órganos de personas fallecidas y del aumento de las donaciones de personas vivas en los últimos años.

El Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI), ente que  impulsa y fiscaliza la donación y el trasplante de órganos, tejidos y células en Argentina, registró en el 2018 la realización de 1348 trasplantes renales, 1250 de córnea, 448 trasplantes hepáticos, 125 cardíacos, 84 trasplantes renopancreáticos, 43 pulmonares, 21 hepatorenales, 6 cardiorenales, 5 pancreáticos, 1 hepatointestinal y 1 cardiopulmonar. Ese mismo año se registraron un total de 30053 pacientes con insuficiencia renal crónica, que están o estuvieron bajo algún tipo de tratamiento dialítico en el ámbito nacional. Además, se estima que hay 7600 pacientes a la espera de un trasplante de órganos y 2685 pacientes a la espera de un trasplante de tejidos.

El 15 de octubre de 2013 trasplantaron a Tomás. Después de muchos estudios, Darío, su papá, fue el donante. “Al principio nos dijeron que no éramos compatibles y fue muy duro. Mis opciones eran esperar un donante del INCUCAI o esperar a que mis hermanos más chicos cumplieran 18 y ver si alguno podía donarme, pero eso me hacía sentir culpable”. Pero continuaron con los análisis y buscando opiniones de otros profesionales. Al final, los médicos decidieron Darío podía donarle un riñón a Tomás. “Gracias a él puedo seguir juntándome con mis amigos, comiendo asado, pero no tanto, puedo seguir entrenando, puedo irme de viaje, tener novia y hacer una vida normal”.

La Ley Justina es la normativa que regula las actividades relacionadas a la obtención y utilización de órganos, tejidos y células de origen humano en Argentina. Fue sancionada el año pasado y recibió el nombre de  Justina Lo Cane, una niña de 12 años que falleció por no recibir un trasplante de corazón a tiempo.A partir de ésta ley todas las personas argentinas mayores 18  años son donantes de órganos, salvo que hubieran expresado su voluntad contraria. “Gracias a esta Ley, hay más donantes que antes, pero hace algunos años la espera era muy complicada. Aun así, son siempre más los que esperan un órgano que los que donan”.

“Cuando me operaron, me dijeron que no iba a poder jugar más al fútbol ni a ningún deporte de contacto. Así que empecé tenis. Un día una compañera de la escuela, me contó que cada dos años hay juegos nacionales e internacionales para deportistas trasplantados”.Jugó por primera vez en Mendoza en el 2015 y los resultados no fueron buenos. “Yo me inscribí pensando: son trasplantados nomás, no deben ni saber pegarle a la pelota. Pero el nivel era impresionante”. Se dio cuenta que para ser competitivo tenía que entrenar y así llegó al mundial de Mar del Plata.“Menos mal que fue local, porque con el nivel que tenía no me llamaban ni a gancho si era en el exterior. Entonces, como soy muy terco y competitivo, me puse a entrenar firme”.

Tomás siguió entrenando y en 2018 llegó a los Juegos Nacionales en Salta, donde ganó cuatro medallas: una en pádel y otras tres en tenis. Plateada en singles, plateada en dobles y bronce en mixtos. Estos premios le dieron a Tomás la beca para ir este año a los Juegos Mundiales en Newcastle con 40 deportistas más.

Argentina salió séptima en el medallero, hecho histórico para nuestro país. De esas medallas, tres son de Tomás: plata en tenis single, plata en tenis doble y bronce en vóley. “El equipo argentino no se iba a presentar porque no tenía cuórum, así que nos llamaron a los tenistas para sumarnos y salimos terceros”.

Alba, Darío y los tres hermanos de Tomi viajaron a Inglaterra para acompañarlo. “Lo más importante va más allá de las medallas y está en la gente, en compartir, en poder ver el esfuerzo de cada uno de los que están ahí. A mí, jugar al tenis me hace sentir vivo, me hace pensar que soy una persona normal como cualquier otra. Un poco por esfuerzo, un poco por suerte. También me hace acordar a los que no la pudieron contar”.

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