Emilce Moragues: “La discapacidad cobra sentido en una sociedad incapacitante”

Emilce Moragues: “La discapacidad cobra sentido en una sociedad incapacitante”

Por Ana Paula Ávila y Alexis Nicolás Escobar

El 3 de diciembre es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, según lo estableció en 1992 la Asamblea General de las Naciones Unidas. La finalidad de esta declaración es promover los derechos y el bienestar de quienes tengan “deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad”, en igualdad de condiciones con el resto de las personas.

De esa manera queda claro que la discapacidad no es la persona. “Una incapacidad para caminar es una deficiencia, mientras que una incapacidad para entrar en un edificio debido a que la entrada consiste en una serie de escalones, es una discapacidad”, explica Jenny Morris, periodista y una de las autoras de Encuentro con desconocidas, feminismo y discapacidad

En el 2008 la Argentina adhirió, por la Ley 26.378, a la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. A partir de este momento, el Estado, en articulación con la sociedad civil, debe trabajar en la promoción de la equiparación de oportunidades y la no discriminación. 

Cada año, el 3 de diciembre es un pretexto para repensar muchas ideas y prácticas que perjudican a las personas con discapacidad. La infantilización, romantización, subestimación, patologización, el paternalismo y la reducción de la persona a una discapacidad son algunos de los problemas.

Emilce Moragues es diplomada en Discapacidad y Políticas Públicas. Es reconocida por su trabajo periodístico y su activismo en redes a través de los cuales visibiliza distintas problemáticas sociales, en especial temas de género y discapacidad.

“En la actualidad se habla mucho más de la persona con discapacidad. Se pone como temática sobre la mesa, sobre los micrófonos, sobre las redes sociales, sobre la vida social. Antes estaba solapado por la infantilización, la romantización. Creo que se está hablando más que antes, pero nunca se habló y comprometió a la esfera de la sociedad a entrar en la temática de la discapacidad”, comenta la periodista. 

Emilce Moragues, periodista.

Romantización y subestimación

Emilce Moragues explica en qué consiste la romantización y subestimación: “la discapacidad tiene una connotación negativa, socialmente hablando. Se produce en frases como pobrecito x; qué bajón, una chica tan linda; miralo, pudiendo hacer un montón de cosas, qué pena. Cuando en realidad la discapacidad es una situación de diversidad”. 

El manual de la Defensoría del Público “Recomendaciones para el Tratamiento Responsable de la Discapacidad” plantea: “las personas con discapacidad no son ni héroes ni víctimas. Tanto la lástima como la admiración suponen la segregación de las personas con discapacidad del colectivo social y establecen un trato diferencial negativo hacia ellas”.

“Las personas con discapacidad deberíamos, como socialmente se cree, no poder. Nosotros tenemos el no por delante. Ante cualquier situación social de la vida, no podemos. Somos todo eso que no podemos hacer”, señala la comunicadora. Emilce Moragues afirma que la connotación negativa que socialmente se tiene de las personas con discapacidad es aprendida: “se nos ha enseñado que ser distintos, y que se note, puede ser mal visto. Día a día, no vemos una persona igual a la otra. Lo que pasa es que a las personas con discapacidad se nos nota más, y esa diferencia implica un compromiso de distintas esferas de la vida social. Nuestras diversidades deberían ser la riqueza de cualquier sociedad, porque tenemos en nuestra discapacidad mucho que aportar”.

La discapacidad es, en todo el país, el principal motivo de discriminación. Así lo informa el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo), que indica que esos casos constituyeron el 20% de las denuncias entre 2008 y 2019. En San Juan esta discriminación se denunció mayormente en los ámbitos laborales, educativos y de la administración pública. 

Entender la discapacidad para cambiar la mirada

Existen tres paradigmas para comprender la discapacidad: el modelo de la prescindencia, el médico y el social. Actualmente, estas miradas coexisten aunque cada una predominó en diferentes momentos históricos. 

El modelo de la prescindencia se ubica históricamente en la Antigüedad y la Edad Media. Según esta mirada, las personas con discapacidad debían ser excluidas ya que se trataba de un castigo divino. Además, se consideraba que no podían aportar nada a la sociedad. 

El modelo médico o rehabilitador surge a principios del siglo XX, después de la Primera Guerra Mundial y es el que actualmente predomina. Consiste en comprender que la discapacidad es un problema, una inferioridad biológica que se debe curar. 

Por último, el modelo social no adjudica la discapacidad al sujeto, sino que entiende que esta es el resultado de la interacción de la persona con las barreras que encuentra en la sociedad. 

Emilce suma su punto de vista: “al ser la discapacidad una situación más social que médica, yo planteo que es biopsicosocial porque obviamente una persona con discapacidad conoce sus limitaciones, ligadas a la discapacidad. No se trata de una situación de salud o no salud. Las personas con discapacidad no somos personas enfermas, no somos un certificado médico o de discapacidad”.

Desde esta mirada, podemos hablar de inclusión de personas con discapacidad, en el sentido de pensar los entornos, productos, servicios y comunicaciones para que todos y todas puedan disfrutarlos, utilizarlos y comprenderlos al margen de cualquier circunstancia personal, participando juntos en igualdad de condiciones. Es un concepto distinto al que se suele usar, de “integración”, que se limita a crear espacios, productos o servicios exclusivos para personas con discapacidad y otros para personas sin ellas, como si existiesen dos tipos de seres humanos.

Somos personas, una diversidad como cualquiera. Diversos somos todos. Lo único es que algunos lo tenemos socialmente más aceptado qué otros. No somos nuestra discapacidad, somos una complejidad. Soy un montón de cosas, entre ellas una persona con discapacidad”, afirma Emilce Moragues.

Infantilización versus autonomía

“Elegir cómo pintarnos las uñas, cómo cortarnos el pelo, cómo vestirnos, hasta cómo vivir nuestros derechos sexuales reproductivos y nuestro acceso a la salud”. Estos son, para Emilce Moragues, ejemplos del ejercicio del derecho a la autonomía. 

El Artículo 3 de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad establece entre sus principios “el respeto de la dignidad inherente, la autonomía individual, incluida la libertad de tomar las propias decisiones, y la independencia de las personas”. 

En este sentido, el modelo social contempla la existencia de ajustes razonables. Estas son adaptaciones que pueden realizar los sistemas, de manera tangible o intangible, para permitir la autonomía, independencia y participación de las personas con discapacidad. 

Por supuesto, la autonomía también alcanza lo corporal. “Las personas con discapacidad siempre podemos dar nuestro consentimiento, sea cual sea la naturaleza de nuestra discapacidad”, resalta la comunicadora. Emilce destaca que quienes tienen una discapacidad deben poder elegir sobre sus cuerpos: “es nuestro y deberíamos tener autonomía, son nuestras corporalidades”.

Deber social

La periodista explica que el trabajo integral con perspectiva en discapacidad no está completo: “en las diversas áreas: salud, educación, economía, esa perspectiva no existe. Por ejemplo, vos vas a una consulta al hospital sola y te preguntan si estás acompañada, o dónde está tu mamá. Ni los médicos tienen perspectiva de discapacidad, porque de discapacidad que hablen quienes tienen”.

Es muy importante recordar el lema “nada sobre nosotros sin nosotros” que representa al movimiento a favor de los derechos de las personas con discapacidad. Es decir que nadie debería tomar ninguna decisión sobre ellas sin que ellas sean partícipes.

Para superar la connotación negativa que marca a la discapacidad es necesario el compromiso social. Sobre esto la comunicadora afirma que: “tiene que haber un compromiso integral. Los profesionales se tienen que interiorizar un poco para entender. Como en otras disidencias, la discapacidad requiere que todos los circuitos de la vida social se comprometan, desde el comunicador, el docente, el médico y hasta el funcionario público”.

La periodista explicó que los profesionales de los diversos ámbitos no deberían poder elegir si formarse o no en el tópico discapacidad. “Siempre el esfuerzo viene de la persona no incluida, esa es la falencia. La lucha por que se garantice el derecho proviene del que no está incluido”, agrega.

“La discapacidad cobra sentido en una sociedad incapacitante, en la que hay un derecho que no existe y el que lo tiene, lo tiene como un privilegio”, afirma Emilce Moragues.

Fuentes

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