Comunidad huarpe Salvador Talquenca: «sepan que aquí también vive gente»
En febrero del 2022 llovió por última vez en las tierras de la comunidad huarpe Salvador Talquenca, en el Encón, 25 de Mayo. Las 65 familias que la integran viven dispersas en el campo, algunas separadas de sus vecinos por decenas de kilómetros.
Viven de criar cabras, de producir harina de algarrobo y últimamente también de la apicultura. ¿Cómo les afecta la crisis hídrica? Desde El Catalejo nos dispusimos a averiguarlo.
Mi primera parada es Radio Campesina, el único medio de comunicación en la zona. Transmite desde El Encón hasta 50 km a la redonda. Allí me encuentro con Soledad Mansilla, quien es parte de la comunidad y una de las trabajadoras de la radio.
Soledad cuenta que a los puestos no llega la red de cañerías. Un camión les lleva agua. “El camión que mandan es super viejo, claramente no debe tener las condiciones para transportar agua”. Continúa: “encima, cada dos por tres se rompe”.
-¿Y cómo llega el agua si el camión se rompe?
– Si el chabón que lo conduce puede arreglarlo, va y lleva, a la hora que sea. No hay horas establecidas de trabajo. Encima no le dan las condiciones adecuadas al conductor.
-¿Por qué lo decís?
– Por las condiciones de mierda en las que está el coche. Además, se queda enterrado. Imaginate, como es la tierra de las huellas, hay zonas en las que le han dicho que no puede entrar al puesto porque se queda. Siempre que va, se queda.
Las chicas de la radio, que está en el pueblo de El Encón, me indican dónde queda la sede de la comunidad, varios kilómetros más adelante, sobre la ruta, en dirección a San Luis.
Cuando llego, me encuentro con varias personas que están preparando mezcla; construyen una pieza de ladrillos. Osvaldo Castro se presenta como uno de los fundadores de la comunidad. Luego de charlar un rato sobre la historia de Salvador Talquenca le consulto sobre el agua. “Sin agua no hay vida. El Río San Juan era fundamental y ha sido letal el corte de agua que hubo en los últimos 20 años. Desde que hicieron el Dique de Ullum empezó la merma de agua. No hay fauna, flora, ni agua para nuestros animales. Sin agua no hay nada”.
“Lo poco que llega del Río San Juan no sirve para nada, es agua salada. Pero no es solamente un tema hídrico, es un tema de gobierno. Se olvidaron completamente de los pueblos originarios, como así también de las zonas del desierto lavallino y veinticinqueño. No les interesa cómo sobrevivamos ni cómo la dibujemos para criar a nuestros hijos, nuestros animales. Desde nuestro punto de vista a los gobiernos solo les interesa la plata, la chacra y la vid. Cuando les entró arenita en los ojos ya no les importa.”
Osvaldo Castro también es claro al plantarse contra la minería. Entiende que contamina un recurso tan preciado como el agua y remata: “lo que no permiten en los países primermundistas, nos lo traen a nosotros, a los brutos”.
“A nosotros todo nos cuesta el doble que a alguien de la ciudad”. Es lo último que dice Osvaldo antes de presentarme a su hermana, Juana Castro.
Ella se ofrece a llevarme al puesto del cacique. Luego de diez minutos en la ruta debemos adentrarnos en el campo. Mientras nos embarcamos en el laberinto de huellas tenemos que cerrar las ventanillas para evitar esa “arenita en el ojo”. Izquierda. Derecha. Derecha. Izquierda. Es lo que indica mi hábil guía; sin ella realmente estaría totalmente perdido. En el camino cubierto de salitre podemos ver a lo lejos la casa de Antonio Aguirre.
Su puesto solo tiene la sombra de un árbol seco. Trae unas sillas y comenzamos a charlar.
-¿Cómo les llega el agua?
–El agua para consumo humano la traen en camiones cisterna desde El Encón. La distribuyen en toda la comunidad. Viene cada un mes, no tiene una fecha; viene cuando se lo solicita. Por ahí se rompe y esperamos tres meses.
– ¿Y qué hacen cuando el camión se rompe?
–Y la solución más cercana que tenemos es agarrar un par de tambores de 200 litros e irnos hasta El Encón y traer el agua en eso. Pero debería ser la municipalidad la encargada de distribuir el agua.
-¿El camión es de la Municipalidad de 25 de Mayo?
–Es contratado por el municipio. Tanto el camión como la cisterna deberían estar totalmente en desuso. Están andando, nada más. Qué sé yo.
-¿Han reclamado por el estado del camión y la falta de agua?
–Sí. Siempre que el camión se rompe, vamos a quejarnos al municipio. Son ellos los que tienen que proveer el agua.
-¿Y qué respuesta les dan?
–Y bueno, hay que esperar hasta que arreglen el camión y seguir para delante. Puede pasar una semana más, un par de días. La semana pasada se quedó sin gasoil y estuvo parado hasta el día de hoy. Son cosas que pasan.
-¿Tienen comunicación entre todos los puestos para ayudarse en estos casos?
–Siempre y cuando haya señal, podemos tener comunicación. Ese es uno de los problemas graves que también tenemos acá: la falta de señal. Entonces la comunicación se hace un poco difícil.
-¿Cuál sería para ustedes la solución?
– Sobre el tema del agua, hay una sola solución. Nosotros estamos hace varios años pidiendo por un acueducto que conecte Las Trancas con El Encón. No es una exageración, son 51 kilómetros con pendiente a favor. Es decir, Mendoza lo ha hecho con casi 300 Km. San Luis ha pasado un cerro y lo ha hecho. Es una decisión política. No se quiere hacer el acueducto; dicen que no es viable. Hay 65 casas distribuidas de El Encón a Las Trancas. En Las Trancas está la perforación que han hecho hace poco, está tapada ahí. No se ha seguido más. Arrancaron con otro acueducto que debía extenderse por 5 km para cubrir el pueblo. Han hecho 500 metros y lo pararon.
-¿Enviaron el proyecto de acueducto Las Trancas-El Encón a alguna autoridad?
–Nosotros enviamos el proyecto hecho. El estudio lo hizo una consultora de Mendoza y se lo pasamos al gobernador, al intendente y a un montón de gente que lo necesitaba. Sin embargo, está durmiendo en la casa de gobierno. Es una decisión política.
-¿Cuánto hace que esperan una respuesta?
–Y bueno, nosotros hemos empezado en el 2016. En ese año se lo pusimos en la mano al actual gobernador de la provincia de San Juan. En el caso del intendente, bueno, se lo entregamos en reiteradas oportunidades. Cada cierto tiempo se acerca alguien del municipio a decirnos “¿che, podés darnos el proyecto? porque lo perdimos, no sabemos dónde lo dejamos.” Otra vez sacamos fotocopias y se lo volvemos a dar.
“El gobierno dice que no quiere que los chicos se vayan de la zona”, agrega Antonio Aguirre y marca la contradicción. ”Si nos aseguramos de acceder al agua, nadie dejaría su casa. Con el agua segura tenemos la posibilidad de trabajar, de producir más e inclusive de armar una chacrita y poder cosechar verdura para nosotros mismos”. Insiste: “Estas tierras son super buenas, solo hace falta agua. Es mentira que esto es infértil, cuando teníamos el agua del río cosechábamos melones, zapallos, cebolla y ajo. Pero con esta agua es imposible cosechar”.
-¿Cómo les ha afectado la crisis hídrica actual?
–Si bien es cierto que en este momento San Juan está sintiendo una crisis hídrica, nosotros la venimos sintiendo desde el 2014 o 2015 más o menos. Porque nos robaron el río. El río era todo para nosotros, para criar animales inclusive. Ahí empezamos a sentir la crisis hídrica. Hasta que llegó el momento en que pudimos, con el municipio y Producción, hacer algunas perforaciones en algunos de los puestos. No es buena el agua, es bastante salada. Los animales la asimilan porque no hay más, si hubiera más sal en el agua no la tomarían directamente.
-¿No es apta para consumo humano?
–No, no, no, no. Para consumo humano nada de nada.
En ese momento Aguirre empieza a caminar y lo sigo. Se para al lado de una pileta de chapa metálica, en ella flotan ramas, insectos y otras cosas que no alcanzo a distinguir. Enciende la bomba y sumerge su mano hasta sacar la manguera conectada al pozo. Me invita a probar el agua para que vea que está salada. Al principio intento cambiar de tema, me hago el boludo. Sin embargo, su simpática insistencia puede más. Estiro mi dedo índice bajo el chorro de la manguera. Meto el dedo húmedo en mi boca ¿Qué tal?, pregunta Antonio mientras se ríe de mi cara. Tiene razón, está salada. Se lo digo y se ríe más.
-¿Si este escenario continúa qué acciones va a tomar la comunidad?
–La verdad que estábamos pensando juntarnos, todas las comunidades de alrededor para ir y manifestarnos pública y masivamente. Para que la gente de San Juan conozca nuestra situación.
-¿Qué le gustaría decirle al pueblo sanjuanino que recién ahora está sintiendo la falta de agua?
–Me gustaría decirles que sería bueno que nos dieran una mano, que se interioricen un poco más sobre la situación que estamos viviendo en el campo y que en el momento que nos queramos manifestar estén con nosotros. El sanjuanino común no tiene idea del estado alarmante en el que estamos, sería bueno que sepan que aquí hay gente.
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