Parto respetado: ni moda ni privilegio, derecho

Parto respetado: ni moda ni privilegio, derecho

Este año entre el 14 y el 20 de mayo se ¿celebra? ¿conmemora? ¿realizan acciones de difusión a fin de concientizar? No sé cuál de las palabras es la más adecuada, pero es la “Semana Mundial del Parto respetado”. Este año el lema es: “Salud es parir sin violencia”. Desde 2004 es una efeméride en todo el mundo promovida por UNICEF y la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el fin de visibilizar los modos en los que se atienden los partos (o sea de manera no respetada) y fomentar el cumplimiento de los derechos de las personas gestantes y recién nacidas (es decir, hay derechos). El mismo año en Argentina se sancionó la ley 25.929 denominada de “Protección del embarazo y el recién nacido” aunque se la conoce como ley de parto respetado o humanizado.

Tenemos tantas efemérides para visibilizar, luchar y promover que no nos alcanza el año. Claramente, a las mujeres nos queda un largo camino por recorrer para garantizar los derechos que tenemos y alcanzar los que nos faltan. El problema es que no sólo nos queda recorrerlo, sino que tenemos que militarlo, marcharlo, pelearlo, lucharlo, sino no tendremos nada. Es como si dependiéramos, exclusivamente, de nosotras mismas para conquistar, garantizar, conseguir nuevas políticas públicas, espacios amigables con la lactancia y la crianza y un eterno continuo de etcéteras.

Corriendo a un lado ese peso, estamos transitando esta semana creada para promover prácticas médicas que garanticen que las mujeres y personas gestantes seamos respetadas durante el embarazo, parto y posparto; al igual que nuestros hijos e hijas al nacer.

¿Pero no tenemos una ley de parto respetado en Argentina? Sí, ya lo dije, se sancionó en el año 2004, es decir hace casi 20 años. Aun así, la violencia obstétrica es moneda corriente en nuestro país. Son las dos caras de una misma moneda: Parto Respetado/Violencia Obstétrica. Si los derechos no se están respetando es porque se está ejerciendo una violencia.

El término se conceptualizó en el 2009 en el texto de la ley de Protección Integral de la Mujer (Ley N° 26.485). Entre las modalidades de violencias se define a la violencia obstétrica como “aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales” (art.6, inc.e). Hoy ampliamos ese nombre y decimos que la violencia es gineco/obstétrica/neonatal. La psicóloga perinatal Mercedes De Beláustegui nos dice que se la considera así “ya que no solo se vulneran los derechos de la persona gestante sino también de su bebé. Este tipo de violencia no solo habla de tratos deshumanizantes hacia la mujer, sino, del exceso de intervenciones innecesarias- cuando no es una paciente de riesgo- que se realizan en su cuerpo, y por ende también en el del bebé, generando así vivencias traumáticas”.

Nos enfrentamos a varios problemas al pensar en garantizar un derecho y erradicar una violencia. El mayor de estos escollos, desde mi punto de vista, es que es una violencia invisibilizada, sutil y sistematizada por eso la tenemos naturalizada. A tal punto que, incluso cuando la vivimos o la ejercen sobre nuestro cuerpo, no podemos identificarla. Y cuando la identificamos no queremos reconocerla y si no la reconocemos, no la contamos y si no podemos ponerla en palabras, no la denunciamos. Pues como cualquier violencia sexual, nos da vergüenza, nos sentimos culpables, desconfiamos de nosotras mismas y de la percepción de lo que nos pasó. No sabemos si estamos exagerando. Al fin y al cabo ¿quién quiere auto definirse como víctima de una violencia? Porque, aunque sea una locura siempre a la víctima se la juzga y se la cuestiona.

Un segundo problema es la denominación de “parto respetado o humanizado”. Todos los partos deben ser respetados y el personal de salud y el estado argentino deben garantizarlos. Y ¿parto humanizado? Si hablamos de humanizar el parto es redundante porque estamos hablando del parto de personas humanas. ¿Cómo sería el parto si no es humano? ¿Acaso somos aliens? Pareciera que se asume que a las mujeres se las trata como animales al momento de dar a luz y por eso es necesario “humanizarlo”. Como si pudiera justificarse la violencia contra otras especies.

¿O tiene que ver con asumir que las prácticas no son “humanas” y por eso hay que humanizarlas? ¿O quienes nos atienden lo hacen como bestias y no como humanos? Lo dejo a tu criterio, diría Karina.

En sintonía con este tema de la denominación, un tercer problema y no menor es que los medios de comunicación no educan al respecto y se habla del “parto respetado” como un privilegio o una opción. Cuando una famosa está embarazada no ha faltado titular en revistas que diga: “elegirá un parto respetado”. Luego, profundizan en los requerimientos que tiene la persona embarazada como si fuera una estrella de rock que pide excentricidades para su camarín. Así tiñen un derecho con color de capricho como si el respeto pudiera elegirse. No sólo no se elige, tampoco debería pagarse porque es un derecho de todas las mujeres y las personas gestantes en nuestro país. Eso indigna y desinforma.

Volviendo a la efeméride que nos convoca tenemos que decir que no podemos sólo hablar de promover buenas prácticas para garantizar el derecho, sino que primero tenemos que eliminar esta violencia que ya dijimos que, incluso, es difícil de reconocer. Una vez erradicada la violencia podremos hablar de la promoción. Es demasiado largo el camino. Tal vez por eso necesitamos una semana completa y no sólo un día para reflexionar…

Entonces da la sensación de que la Ley que tenemos no sirve para nada. Es una ley hermosa que define claramente los derechos de las mujeres, personas gestantes y las personas recién nacidas, pero no basta. Sin dudas es mejor tener una ley que no tenerla. Siempre lo será y va a ser la herramienta a la cual aferrarnos para seguir luchando. Pero no alcanza con declamarlo, el derecho se tiene que hacer carne y sólo vemos que se convierte en cicatrices, traumas y mutilaciones.

De autoridades de aplicación y sanción y la imposibilidad de la denuncia

El artículo 5 de la ley 25.929 establece como autoridad de aplicación el Ministerio de Salud de la Nación y en las provincias sus respectivas autoridades sanitarias. Y en su sexto artículo asume que “El incumplimiento de las obligaciones emergentes de la presente ley, por parte de las obras sociales y entidades de medicina prepaga, como así también el incumplimiento por parte de los profesionales de la salud y sus colaboradores y de las instituciones en que éstos presten servicios, será considerado falta grave a los fines sancionatorios, sin perjuicio de la responsabilidad civil o penal que pudiere corresponder”. ¿Qué es una falta grave? ¿De qué tipo de sanciones estamos hablando?

Aún en la reglamentación de la ley no se prevén las respuestas a estas preguntas.

Instituciones que toman la queja: ¿para qué?

El Observatorio de Violencia Obstétrica de Argentina (OVOA) es una iniciativa autogestiva liderada por la agrupación feminista Las Casildas; surge en octubre de 2015 con el fin de generar acciones que visibilicen el panorama de la atención perinatal en Argentina. Este observatorio hizo un revelamiento en 2021 sobre las quejas administrativas por el incumplimiento de la ley de parto respetado y nos despeja la visión respecto de cómo responde el estado argentino. Así también leerlo nos quita las ganas de denunciar.

Denunciar…como si fuera posible. Hasta esa minimización simbólica en la forma de nombrar nos generan. La realidad es que no podemos denunciar, lo único que podemos presentar es una queja. Claro, porque eso es lo que hacemos las mujeres, quejarnos. A lo sumo podemos hacer una presentación, un pedido de reportes, un reclamo administrativo. Como se menciona en un informe reportado por el OVOA “el uso del término “denuncia” connota cierto acceso a la justifica y la consiguiente reparación a las víctimas, que como no ocurre en el tema que nos ocupa, implica una revictimización por la falsa expectativa de garantía de derechos que nos genera”[1].

Los números en nuestro país
Entre 2015 y 2016[1] el OVOA realizó una encuesta a mujeres de todo el país y de 4.939 nacimientos reportados se obtuvieron los siguientes números: 
-3 de cada 10 mujeres NO se les garantizó su derecho de estar acompañadas durante el trabajo de parto.
– 4 de cada 10 NO estuvieron acompañadas durante el parto/cesárea.
– 2 de cada 10 NO estuvieron acompañadas durante el posparto.
 
NO se les dio información ni dieron su autorización para las prácticas de:
– Rotura artificial de bolsa: 7 de cada 10 mujeres
– Vía Intravenosa: 6 de cada 10
– Uso de oxitocina: 6 de cada 10
– Cesárea: 3 de cada 10
– Episiotomía: 8 de cada 10
– Kristeller: 9 de cada 10
– Inducciones: 5 de cada 10
 
[1] Informe sobre la encuesta de atención al parto/cesárea. Observatorio de Violencia Obstétrica Argentina. 2015/2016. 

De todas maneras, si una persona quiere manifestarse por la violencia obstétrica padecida puede dirigirse a diferentes instituciones públicas. No está clara la incumbencia ni la diferencia entre cada una de ellas, tampoco los circuitos por los que circula nuestra “queja”, posibles consecuencias o sanciones. Lo que sí tienen en común, dicen Las Casildas, es que en cualquiera de ellas “aquello que tienen asegurado las mujeres que tramitan quejas por vulneraciones dentro de las salas de parto, no es otra cosa que la falta de acceso a una justa reparación y, por consiguiente, su revictimización”[2].

Estas instituciones son: el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI)[3] , la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de la Violencia de Género (CONSAVIG)[4] , la Defensoría del Pueblo de la Nación (DPN) [5]y el Ministerio de Salud de la Nación (MSAL)[6].

Las conclusiones a las que llega el Observatorio luego del pedido de informes sobre las respuestas que dió el estado a las quejas a través de estas instituciones son realmente desalentadoras y no hacen más que confirmar lo que puede sospecharse: el Estado Argentino vulnera los derechos humanos de las mujeres en ocasión del nacimiento de sus hijos e hijas. La presentación de las quejas es de manera rápida y accesible pero solo crean la falsa ilusión de reparación que nunca llega luego de una revictimización permanente durante todo el proceso de la queja. El resultado para la mujer que denuncia suele ser sentirse ignorada, expuesta y humillada.

Entonces tener una ley no sólo no garantiza nuestros derechos humanos, tampoco instituciones creadas específicamente para la elaboración de sanciones como lo es la CONSAVIG, parece una burla.

La culpa siempre es de la madre

Como si fuera poco pareciera que la culpa de ser violentada es nuestra. Ya que los discursos construidos por el Estado y los organismos competentes cita frases como “conocé tus derechos y exigilos”, “tenés derechos, hacelos cumplir”, “hablá, denunciá”, claro, como si fuera posible.

Así la responsabilidad se pone sobre nosotras y en nuestro empoderamiento o no, en nuestra información o falta de ella. Como no tenemos información, no reclamamos, no hablamos, no exigimos, nos merecemos lo que nos pasa.

También me ha generado el mismo sentimiento un texto que circula en las redes sociales y lo he visto específicamente compartido por profesionales de la salud. Una de sus partes reza: Dale a tus hijos el mejor nacimiento que puedas. No el que quiera el sistema, el que tú quieras. Y lucha para darles la mejor bienvenida, nacerán una sola vez en la vida, y merece ser una fiesta”.

¿Dales a tus hijos el mejor nacimiento que PUEDAS? Cómo si realmente dependiera de nosotras. Nacerán sólo una vez en la vida, lo aclaran como para que la culpa sea imposible de sobrellevar porque en definitiva si no pudiste darles un buen nacimiento, el que sabemos que nuestros hijos se merecen es por nuestra culpa. Siempre, siempre la culpa será de la madre.

El sistema médico

Hablar del sistema médico es difícil. Está claro que el engranaje que sustenta y sigue reproduciendo las violencias gineco obstétricas y neonatales van más allá de los/as médicos/as y los/as enfermeros/as. Comienza y termina en el estado con su falta de políticas o falta de voluntad política para sancionar pero en el medio están las instituciones educativas que preparan para este sistema perverso y también el personal de salud.

Quienes ejercen las violencias más sutiles y las más groseras y crean el ambiente hostil donde tenemos que parir son médicos/as y enfermeros/as.

El uso de las frases que comprenden violencia verbal como: “bien que te gustó, ahora bancatela”, “callate y pujá”, “le estás haciendo mal a tu bebé”. La expresión de amenazas: “el que sabe soy yo”, “mi trabajo es que vos y tu bebé estén bien”. La prohibición del libre movimiento y la elección de la posición para parir. Las intervenciones innecesarias y sin consentimiento como la rotura de bolsa, el uso de oxitocina, el desprendimiento de membranas, los tactos vaginales permanentes. La episiotomía de rutina, que es considerada por la OMS una forma de mutilación en occidente. El uso de fórceps, y maniobras categóricamente desaconsejadas también por la OMS incluso prohibidas en muchos países como la de kristeller. La realización innecesaria e indiscriminada de cesáreas.

Todas estas acciones las llevan a cabo las personas que ejercen la medicina y las instituciones y el Estado Argentino las permiten, pero son manos humanas las que las ejecutan. 

Está claro que la educación en ciencias de la salud en muchas de las instituciones de educación superior enseñan desde la patologización, medicalización e institucionalización del parto. Paradigmas en los que el protagonista es el médico corriendo de lugar a la mujer y a la persona recién nacida. No se reconoce al binomio mamá/bebé como sujetos de derecho y por lo tanto con decisión y autonomía. Dice Ester Vivas en su libro Mamá desobediente: “El parto tecnocrático que se consolidó a lo largo del siglo XX concibe a la embarazada como una paciente, un sujeto vulnerable, cuya opinión no cuenta y al feto como a un ser atrapado en el cuerpo femenino”.

Así también, en ocasiones, las instituciones sanitarias imponen ciertas lógicas que dejan sin margen de acción a los/as médicos/as. La cantidad de personas gestantes a las cuales atender que multiplican al personal a cargo, la falta de insumos, las largas jornadas laborales, el salario indigno, seguramente hay más etcéteras.

¿Estos “motivos” justifican la violencia? De ninguna manera, incluso no dejaré de pensar que son los principales responsables, pero no son el único eslabón en la cadena.

Cómo en todos los ámbitos hay médicos/as y enfermeros/as respetuosos, amorosos, empáticos, con vocación de servicio y que llevan a cabo su trabajo con el mayor compromiso, pero a veces cuesta encontrarlos. Y cuando se habla de la violencia obstétrica entre mujeres se sabe que una vez que quedás embarazada tenés que hacer un casting de médicos para hallar a ese médico/a respetuoso/a. Privilegio aparte ¿no?

En definitiva, este sistema médico e institucional nos ha hecho creer que no somos capaces de parir y que un acto sexual y natural como es el parto es altamente riesgoso.

Citando nuevamente a Vivas ella nos dice: “Las madres no contamos. ¿A cuántas nos han robado el parto, la capacidad de decidir en un momento tan importante de nuestras vidas? Nos han dicho que un parto hoy es un parto controlado, donde no es necesario preocuparse por nada, siempre y cuando lo dejemos en manos de los profesionales. Si no lo hacemos puede ser peligroso para nosotros y para el bebé. Tenemos que aceptar las reglas del juego y así acabaremos con una bonita criatura en nuestros brazos”. Y, en definitiva, salimos del hospital, clínica o centro de salud con el consuelo de tontos. Mi hija/o está sana/o y la/o tengo conmigo.

¿A qué costo? Lo vamos a saber toda la vida y lo vamos a recordar en cada cumpleaños de nuestra/o hija/o, cada vez que veamos nuestras cicatrices permanentes o sintamos cómo duele la mutilación de nuestro cuerpo, pero nuestra/o hija/o está viva/o. Y realmente buscamos consolarnos porque no todas tuvimos la misma suerte. Algunas volvieron a casa sin sus hijos, como dice la canción “con dos pechos llenos de leche y dolor” pero con las manos vacías. Y en otros casos ha vuelto la criatura, pero la mamá no salió de ese quirófano.

Así que sí, encima muchas tenemos que sentirnos afortunadas y eso da más bronca.

Reflexiones casi finales

Pensar en justicia o reparaciones lo veo y siento imposible porque faltan muchas políticas que nos acompañen en el acto de maternar. Se sigue considerando a la maternidad como algo exclusivo de la mujer y por lo tanto del ámbito privado. Cuando debe ser un hecho social y colectivo.

Como resume el OVOA en el título de su informe: “El Estado Argentino viola derechos humanos en las salas de parto”. Contra eso pareciera imposible luchar, sólo una marea puede llevarse semejante título.

La pandemia durante 2020 profundizó las violencias y vulneró otro de los derechos que la ley nos dio. Con la excusa de los contagios por COVID 19 las mujeres y personas gestantes no podían asistir a sus controles ni ecografías con acompañante. También tuvieron que entrar solas, SOLAS, a las salas de parto y quirófanos. Se me parte el alma pensando en esas mamás. Como si no fuera suficiente el miedo al parto, como si no fuera suficiente el miedo a un virus desconocido, también las separaron de las personas que más necesitaban en uno de los momentos más vulnerables e importantes de sus vidas. Eso es muy cruel. No se me ocurre otra manera de nombrarlo, crueldad. No puedo no escribir estas palabras con lágrimas en los ojos. ¡Qué impotencia!

El obstetra francés Michael Odent, defensor del parto fisiológico dice que “para cambiar el mundo primero hay que cambiar las formas de nacer”. No podemos obtener del mundo más que violencia si desde que llegamos a él somos violentados. El estado se tiene que hacer cargo. La autora Jane Lazarre escribió en 1976 el libro “El nudo materno”, casi 50 años después creo que todas las madres argentinas nos podemos seguir sintiendo identificadas con esta frase: “Tengo un hijo, a nadie le importa”.

El parto no respetado en nuestra provincia

Nuestra provincia no está ajena a lo que pasa en todo el mundo por supuesto y a pesar de que es una situación muy dolorosa la que vivimos las mujeres, la palabra empieza a circular entre nosotras y en espacios gestionados por mujeres. Y por eso aquí está la voz de Mercedes de Beláustegui, psicóloga perinatal y doula.

Al consultar si las mujeres están recurriendo a terapia en búsqueda sanar heridas de esta violencia Mercedes responde:

“Si, son muchas. Es una de las temáticas que más abordo en terapia individual desde lo perinatal, ya que haber padecido violencia gineco obstétrica genera, tanto a corto como largo plazo, gran sufrimiento. Muchas veces, las pacientes recién en terapia toman consciencia de haberla vivenciado. Ya que, como sabemos, la violencia gineco obstétrica, suele ser, la mayoría de las veces normalizada, y las formas de la misma son silenciosas, como: infantilizar, desinformar, infundir miedo, generar desconfianza, realizar intervenciones innecesarias o no respetar la intimidad que la vivencia del nacimiento requiere.

Además, el haber padecido violencia gineco obstétrica aumenta las probabilidades de padecer trastorno por estrés postraumático (TEPT) y depresión postparto”. Y aquí sabemos que se juntan dos privilegios para llegar a la terapia. Porque acceder a información y poder reflexionar acerca de lo que hemos vivido y sufrido implica muchas veces tener un capital cultural y simbólico que no todas tenemos y luego necesitamos el capital económico. Es cierto que para poder pensarnos primero tenemos que tener las necesidades básicas satisfechas y esa no es la realidad de todas.

Por otro lado, también nos queda claro que los centros de salud además de reflexionar acerca de sus prácticas necesitan de un trabajo más interdisciplinario que colabore en ver a la mujer de una manera integral. En este sentido, Mercedes nos dice que “las maternidades (de los centros de salud u hospitales) suelen contar con licenciados en psicología, pero en la provincia no cuentan con personal especializado en el área perinatal. En los centros de salud se realizan talleres de «Preparación Integral para la Maternidad» (PIM) donde muchas veces acompañan psicólogos, pero en las maternidades en sí, no se aborda ni la prevención en salud mental perinatal y mucho menos el abordaje. Ya sea en el ámbito público como en el privado”.

Esto nos lleva a pensar que el camino a recorrer es muy largo y difícil “La verdad, lamentablemente, yo creo que falta muchísimo. A pesar de que hay muchas profesionales comprometidas, a nivel institucional no se genera el cambio. Las maternidades no están preparadas a nivel infraestructura, mucho menos humano”, cierra la psicóloga perinatal.

Se viene otra marea, San Juan también se tiñó de rojo

La Campaña “Mi parto, mi decisión”, es una red de más de 80 organizaciones de toda la Argentina, se presenta en las redes sociales como una red de personas que le dice basta a la violencia obstétrica. Y ayer 17 de mayo realizaron la primera Marcha Nacional contra la violencia gineco obstétrica y neonatal. Esta campaña que ya tiene su propio pañuelo y logo se identifica con el color rojo; rojo de sangre, de útero y también rojo de emergencia y rojo de violencia.

La marea se puso en movimiento y esta campaña llegó a todos los rincones del país. Y la historia nos demuestra que con olas más fuertes o débiles más tarde o más temprano consiguen no sólo lo que quieren sino lo que es justo.

En la Plaza del Congreso de la Nación se dio lugar a la primera marcha y la lectura de un documento en el que presentaron varios proyectos (Ley de capacitación obligatoria al personal de salud en violencia ginecobstétrica, Ley de nuevo ejercicio profesional de los/as licenciados/as en obstetricia; Ley de casas de partos; Ley de puericultoras. También se le dará impulso al proyecto de Ley Johanna por un protocolo que aborde la muerte perinatal, que ya tiene media sanción en diputados) en búsqueda de nuevas políticas que cambien las cosas de una buena vez.

Ya lo dije, si no somos nosotras ¿quién lo va a hacer?

En el resto de plazas del país se hicieron actividades para acompañar y replicar la lucha.

En San Juan la cita la dieron en la plaza Hipólito Irigoyen las organizaciones Doulas en red y Mujeres por el Parto Respetado San Juan. Tímidamente empezaron a llegar mujeres de todas las edades, algunas solas y otras en grupos, unas con sus hijos e hijas, otras con sus compañeros varones. Algunas ya tenían su pañuelo de la campaña, otras se hacían notar con una prenda roja. El tiempo no ayudó, no sólo bajó la temperatura también llegó viento y mucha tierra, todas estoicas. Escuchamos la lectura del documento nacional y luego de a poco empezaron a pasar el micrófono para compartir experiencias. Algunas hermosas, tenían que ver con partos realizados en su domicilio. Otras duras y hasta aberrantes ocurridas en instituciones. Allí sentadas en la jorobita con nuestras voces circulando, la plaza fue un lugar seguro para todas.

Y así, para mí, empieza a abrirse un intersticio, y aparece un halo de luz, que tal vez, puede ser esperanza. Sólo me la dan las mujeres, aun las que no conozco. Sólo las tribus de madres, hermanas, tías, primas, amigas, brujas sororas pueden darme esperanza.

Sólo una marea puede transformar lo que un sistema instituyó.

Esta marea roja puede hacernos dar vuelta la página porque entre nosotras nos sostenemos, nos levantamos y nos ayudamos a caminar. Que el respeto sea ley y mandato, que se haga cuerpo y alma, que se levanten los puntos y borren las cicatrices, que se hagan humo los traumas y se llenen de paz nuestras mentes.

Nos tenemos.


[1]A propósito del 10 de diciembre: el Estado Argentino viola derechos humanos en las salas de parto.. Informe sobre Revelamiento de quejas administrativas

por incumplimiento de la Ley 25.929” Observatorio de Violencia Obstétrica – Argentina.  Pág. 6.

[2] A propósito del 10 de diciembre: el Estado Argentino viola derechos humanos en las salas de parto. Informe sobre Revelamiento de quejas administrativas por incumplimiento de la Ley 25.929” Observatorio de Violencia Obstétrica – Argentina.

[3] Desde el 2017 el INADI se sumó a una Mesa de Trabajo Interinstitucional que aborda la Violencia Obstétrica de la que participan la Dirección de Maternidad e Infancia y el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable del Ministerio de Salud de la Nación y la Superintendencia de Servicios de Salud.

[4] Desde 2011, mediante la resolución N°120, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos creó la CONSAVIG cuya función será fortalecer la intervención pública en la materia y su coordinación y la cooperación entre todas las áreas de la Administración Pública Nacional. La comisión desarrollará tareas de asesoramiento que resulte necesario para la implementación de la Ley Nº 26.485, conforme la normativa nacional e internacional, que profundicen la lucha contra la violencia de género mediante el establecimiento de sanciones de los distintos tipos y modalidades de violencia contra las mujeres.

[5] Desde 2018 se creó el Programa de Seguimiento y Evaluación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que le da marco al Programa sobre Parto Respetado para la Prevención, Asistencia y Erradicación de la Violencia Obstétrica dentro de la DPN.

[6] En virtud de que el artículo 2 del Decreto 2035/2015 de la Ley 25929 de Parto Respetado faculta al Ministerio de Salud como Autoridad de Aplicación.

Ilustración de portada: Lorena Barrios.

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