La odisea de los autores
Cuatro horas de viaje y contando. Estamos en la conocida ruta que cruza de punta a punta la parte del país que parece determinar las elecciones, y todavía quedan más de doce horas. Pronto me quedaré sin datos para escribir estos textos, y tal vez sin música para acompañar mi viaje, mal acostumbrado a la conexión a internet. Es mi segundo año en esta cruzada, y posiblemente no sea el último, en visita a la ciudad donde Dios ha de atenderme. Uno podría preguntarse qué es lo que nos motiva a cruzar el país de punta a punta: ¿una oportunidad laboral? ¿Un proyecto académico? ¿Un concierto?
La respuesta es: un proyecto creativo. En particular, es precisamente mi proceso creativo… en menos de veinticuatro horas estaré presentando mi último libro en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
La que documento aquí es la odisea voluntaria nuestra de cada año, y cuando digo nuestra me refiero a los autores de San Juan, algunos que me acompañan en este viaje y otros que vendrán después, o que ya han venido. Autores que, con más o menos recursos y reconocimientos, realizan esta travesía, en colectivo, en avión o en vehículos propios, para participar en un evento que dura menos de un mes, en un espacio que a veces se comprime a minutos, en un stand que por su ubicación es de paso (en el Ocre, el lugar reservado para los stands provinciales, la puerta principal enfrente de Plaza Italia).
La pregunta es entonces simple, ¿para qué vamos?
Para algunos es síntoma de un problema mayor. En discusiones con el presidente de la Sociedad Argentina de Escritores en su filial de San Juan, Maximiliano Martin, llegábamos a la conclusión que, en el fondo, podemos acusar esta travesía a nuestro principal problema como autores locales: la distribución. En sus palabras»el problema principal de los autores (en su mayoría independientes y autogestivos) es que no hay una plataforma consolidada para la distribución eficaz del material impreso, lo que hace que esta tarea recaiga en el autor y no siempre se realice de la manera más eficiente». Estos dichos se hacen eco entre los demás referentes con los que he podido hablar, autores, editores y asociaciones de estos; todos con una problemática equivalente: ¿cómo hacer llegar los textos a los destinatarios?
Es que los autores, o incluso los editores independientes, terminan haciendo muchas veces su propia promoción y distribución. Al no existir una política activa de promoción de autores locales, una obligatoriedad de sus lecturas en escuelas, o un verdadero impulso cultural a su lectura, son los autores quienes deben encargarse de ella. Son los autores quienes deben golpear las puertas de las librerías, grandes y pequeñas; son estos los que deben participar en persona de las ferias tanto presenciales como digitales; pero aún más grave, son ellos los que deben en muchas ocasiones cubrir los gastos de edición, publicación y distribución. Si bien no hay que desmerecer las distintas iniciativas en el sentido correcto, como el San Juan Escribe, el envío de libros por parte de la Dirección de Bibliotecas Populares a la Feria u otras iniciativas privadas, parecen muy poco, para una provincia que disputa puestos de jerarquía en el ranking de publicaciones anuales según el registro nacional del derecho de autor. Algo razonable, si pensamos quién es el prócer asociado a nuestra provincia.
Para otros, es una oportunidad. En diálogo con Bettina Antuña, autora local que se encontraba en su primera presentación en persona, nos propone otra tesis. Según ella, “llegar a la Feria es el ideal de todo escritor… presentar un libro, tener un público que escuche lo que uno tiene que decir, es muy valioso (…) es una Feria internacional (…) [para] nosotros que somos de un pueblo chico, es el sueño del pibe”. Bettina no es nueva en esto de la escritura, lleva escribiendo más tiempo que muchos de los lectores llevarán de vida, pero la ilusión que se ve en sus ojos a la hora de presentar su trabajo, no es distinta de la de aquel joven al que hace referencia.
Así nos encontramos muchos autores, con el sueño del pibe sin importar la edad y la valija llena de ejemplares, viajando kilómetros a los fines de tener ese espacio. Esa oportunidad, para que nuestros trabajos se conozcan y se distribuyan; o que un asesor de venta de las grandes, aparezca por el stand y nos contacte para distribuir nuestro trabajo. No es una espiral de humo, existen casos de éxito en nuestra provincia, publicaciones por editoriales grandes, autores cuyas obras son compradas y redistribuidas en otras provincias e incluso el caso de nuestra propia editorial universitaria, que rara vez vuelve con las cajas repletas que envía, y a la que llegan pedidos constantes de aquellos que encontraron en el stand.
Es el sueño, o la necesidad, la que impulsa a estos autores y editores, pero también la que impulsa al gobierno local a proponer. Tuve la oportunidad de charlar en la misma Feria con la persona a cargo del stand de la Provincia de San Juan en la Feria, el arquitecto Facundo Rodrigo, que definió como un “orgullo y un desafío” la participación en la misma, y que afirmó que la misma resulta “una vidriera para todos los autores de la provincia”. Los autores, según él, “tienen una buena repercusión, principalmente en los primeros días cuando son las jornadas profesionales”, e incluso al recibir los autores, ve con mucha expectativa sus pensamientos a la hora de la presentación.
Feria cuestionada y problematizada a menudo, por razones de gravedad. Por presentar ciertas voces por sobre otras, por desfederalizar la cuestión, o directamente, por no servir (para algunos) a los fines que motivan a los autores o a los verdaderos problemas de las industrias editoriales. Argumentos que pueden tener más o menos razón, pero que no hacen a la cuestión de fondo, y que difícilmente debatan los autores, que tienen la suerte de visitarla.
Retomando la palabra de Maximiliano, su tesis sobre el porqué de participación, se asemeja un poco a la presentada: “creo que la razón principal por la que vamos a la Feria es porque somos lectores y amamos los libros. Puede parecer una obviedad, pero la lectura es la piedra basal sobre la que se cimienta la escritura y es a través de ella que nos vamos construyendo como autores. Otra razón es que la Feria, como el evento editorial y literario más importante del mundo de habla hispana, ofrece un amplio abanico de posibilidades para la difusión y circulación de la producción escrita y de la cultura en general.
Podemos discutir si las propuestas germinan en la población que atraviesa la Feria o no, si las actividades se pierden entre el millar de otras actividades realizadas en simultáneo o si los stands son adecuados o no para presentaciones y charlas (no puedo evitar pensar en cierto stand ruidoso de cierta provincia ruidosa), pero lo que no podemos es desconocer que para muchos escritores -especialmente aquellos del Interior- la Feria representa una oportunidad para llevar sus obras más allá de la provincia, entablar vínculos profesionales y personales con gente del ámbito literario, conocer a sus autores favoritos y otras tantas cosas que la vuelven el acontecimiento del año, tal como la definió Martín Kohan.”
Así es la Feria. Cuestionada, controvertida, colapsada en los días de semana y fines de semana, pero por, sobre todo, cultural. Una Feria que seguirá siendo visitada, año a año, mientras se siga realizando en nuestra versión del mito, a la espera de la lejana Ítaca representada simplemente un deseo casi infantil: para que se sepa quiénes somos.
Excelentes reflexiones que comparto literalmente!! Sigamos luchando por la difusión cultural del libro impreso y la distribución y publicidad de obras de autores sanjuaninos.
Un análisis real, German. Habrá que pulir y mejorar el paso de los sanjuaninos por la Feria del libro, pero es importante que siga. El libro es la mejor compañía siempre: si estás triste y solo o si estás reposando y te relaja. Jamás se para siempre hay temas interesantes y lo más importante, voces nuevas para escuchar