“Amores que matan”: los femicidios en medios de comunicación de San Juan
¿Qué pasa cuando un medio de comunicación titula “Por celos enfermizos en la pareja, una mujer recibió una brutal golpiza”, como lo hizo este 1 de junio Diario de Cuyo? Mínimamente, la nota sin firma de la sección Policiales del matutino sanjuanino nos está diciendo que esa mujer algo hizo para merecer la brutal golpiza. Básicamente lo que hizo el medio, una vez más, es justificar la violencia contra esta y otras mujeres. Los celos, la ira ante el engaño, la desesperación por el abandono son algunas de las justificaciones expresadas por golpeadores y femicidas, repetidas por fuentes policiales y judiciales, destacadas por periodistas, editores y medios.
Ni Una Menos puso en agenda en 2015 una realidad que venía ocurriendo, que no ha cesado. Los números de mujeres asesinadas por motivos de género por año, por mes, por día, no alcanzan a graficar su gravedad. La máxima expresión de la violencia patriarcal machista es contenido habitual de los medios de comunicación comerciales en los que muy tímidamente empieza a leerse la palabra “femicidio”. El periodismo de Policiales fue reacio al término que los estudios académicos de género y la militancia feminista venían usando desde mediados de los años 70 del siglo XX para definir “los asesinatos realizados por varones motivados por un sentido de tener derecho a ello o superioridad sobre las mujeres, por placer o deseos sádicos hacia ellas, o por la suposición de propiedad sobre las mujeres” [1].
Lo que sucede en el periodismo no es peor que lo que ocurre en el ámbito clave del Poder Judicial. El Código Penal Argentino incorporó recién en 2012 el contexto de violencia de género como agravante de la figura de homicidio. De una u otra manera ambos ámbitos están fuertemente entrelazados: empleados judiciales y magistrados son una importante fuente de datos para periodistas; los espacios de noticias son una buena vidriera del accionar de jueces y fiscales.El tema va más allá del uso o no de la palabra “femicidio” o la expresión “violencia de género” en fallos y noticias. La cuestión son los sentidos que se construyen y las acciones en las que esos sentidos se traducen.
Una pregunta posible y general es ¿cambió algo desde ese primer Ni Una Menos o desde que los movimientos feministas empezaron a visibilizar tanto los femicidios como las construcciones mediáticas como la que leímos al comienzo de esta nota? La pregunta puntual hoy es ¿cambió el tratamiento de los femicidios y de la violencia contra las mujeres en los medios de comunicación? “Amores que matan”. El Framing, la figura penal del femicidio y el tratamiento en Diario de Cuyo de los asesinatos contra mujeres es el título de la investigación realizada por el periodista Walter Vilca. Bajo la dirección de la licenciada Norma Velardita, el trabajo fue presentado y defendido en febrero pasado como Tesina de Grado de la Licenciatura en Comunicación Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de San Juan.El trabajo, calificado como “Sobresaliente” por el jurado académico, se propuso analizar los frames o encuadres empleados en los textos noticiosos referidos a casos de femicidios en San Juan, en la edición impresa de Diario de Cuyo, y sus posibles cambios a partir de la incorporación de la figura del homicidio en contexto de violencia de género dentro del Código Penal. Para alcanzar ese propósito, el ahora licenciado Vilca estudió específicamente dos casos de asesinatos cometidos 16 años antes del 2012 (año de la modificación del código) y otros dos femicidios ocurridos en los 10 años posteriores al 2012. El enfoque teórico metodológico fue el denominado Framing, a partir del cual se analizan los textos noticiosos para identificar los mensajes que expresan, la valoración implícita, la carga ideológica, el interés que persiguen y hasta la línea editorial que marcan esos contenidos y el material gráfico de cada nota.
Encuadrar es seleccionar parte de la realidad percibida y darle relevancia en un texto comunicativo. A través de esta acción, periodistas y medios definen el tema y lo destacable de él, deciden consultar ciertas fuentes y no otras, así como eligen quiénes aparecerán como actores y actoras y cómo, muestran a su entender cuáles son las causas del o los hechos, sobre quién o quiénes recaen las responsabilidades y qué evaluación moral se puede hacer. En síntesis, construyen el acontecimiento.
La pregunta que guio a Walter Vilca –periodista local con más de 20 años de experiencia en la sección Policiales de más de un medio- fue si se pueden observar cambios en la forma en que Diario de Cuyo relató casos de femicidios que causaron gran conmoción social. La respuesta demandó un profundo análisis de todos los textos publicados en cada uno de los cuatro asesinatos elegidos, desde que se conoció la noticia hasta la condena.
1996- María Sarmiento, “El precio de la traición”
El primer caso analizado fue el del femicidio de María Sarmiento, ocurrido en febrero de 1996. Todo el trabajo periodístico sobre este asesinato presenta encuadres que se repiten de principio a fin en las cinco notas estudiadas: un hombre engañado, su victimización, la infidelidad y la responsabilidad de la mujer en su propio asesinato. El título que resume este abordaje por parte del diario es “El precio de la traición”.
No tenía visibilidad en ese entonces una discusión abierta sobre la problemática de la violencia de género, los femicidios y el tratamiento periodístico adecuado de estos casos en las crónicas policiales. Aun así, hay que remarcar que el reclamo contra los asesinatos de mujeres en Argentina empezaba a hacerse sentir. Cuenta el licenciado Vilca, a modo de ejemplo, que al otro día del asesinato de María Sarmiento, en Catamarca comenzaba el juicio contra los asesinos de la adolescente María Soledad Morales, que fue violada, asesinada y abandonada en un descampado.
La noticia que da cuenta del femicidio de María Sarmiento tuvo en Diario de Cuyo un tratamiento destacado. “El precio de la traición” hace referencia al asesinato como un hecho privado de la vida conyugal, derivado de un conflicto de pareja de larga data y que, por lo que da a entender el periodista, originó la propia víctima. Desde el principio, el relato enjuicia a la mujer por una supuesta relación extramatrimonial.
Sobre las fuentes, la principal es la policial. Quien escribe estas notas no recurre a fuentes judiciales, funcionarios o expertos. No alude tampoco a un contexto de maltrato y violencia de género, menos como un problema social. Un párrafo de la crónica es claro al respecto: “La causa de la discusión que terminó con la muerte de ella se produjo porque el miércoles la mujer iba a viajar a Buenos Aires”. En consonancia con los actores del Poder Judicial, en las notas publicadas durante el juicio al asesino, el texto periodístico indica: “Tanto a los jueces y fiscales, hasta los defensores, les resultaba incomprensible que Haschke aguantara la situación que se conoció en el juicio: Su esposa se había enamorado de otro hombre y se lo dijo”.
La noticia referida al pedido de pena tiene un recuadro con un breve título: “Amores que matan”. Según lo explica Walter Vilca, este título, que encabeza el relato de las últimas palabras del asesino, “tiene un mensaje con una carga metafórica y simbólica que invoca contradictoriamente el romanticismo para encubrir y justificar el asesinato de la persona a la que se dice amar”. El texto posiciona al femicida como víctima.
2010- Lucía Arancibia, “Crimen pasional”
En la cobertura periodística del femicidio de Lucía Arancibia, otro de los casos estudiados, ocurrido en septiembre de 2010, las noticias empiezan por la desaparición de la mujer y terminan con el juicio al femicida, que era su marido. Desde el principio el relato periodístico afirmado en fuentes policiales marca las sospechas sobre el marido. Según el análisis de Vilca se puede afirmar que el tratamiento fue distinto del caso analizado antes. Aquí los encuadres principales giraron en torno de la desaparición, las sospechas contra el marido y la incertidumbre sobre la vida de Lucía. De todas formas, en este caso tampoco se plantea la dimensión social del tema, relatando nuevamente un hecho privado de la vida conyugal.
Los encabezados de estas noticias muestran un sesgo claro cuando en un título de tapa y en tres volantas aparecen las expresiones “drama pasional” y “crimen pasional”. Aunque en este caso las notas ponen el foco en responsabilizar al hombre y victimizar a la mujer, el uso de esas expresiones califica a todo femicidio como una acción motivada por la pasión y no por la violencia de género, a pesar de que los mismos relatos periodísticos dan cuenta de los antecedentes de maltratador del femicida. Sobre las fuentes, aquí también prevalecen casi en su totalidad las fuentes policial y judicial.
2015- Carolina Tejada, “violencia de género”
Carolina Tejada murió en enero de 2014 luego de haber sido encerrada y luego brutalmente golpeada por su ex pareja. Su femicida fue condenado en agosto de 2015.
El análisis abarca notas publicadas en ambos años, todas posteriores a la reforma del Código Penal en nuestro país. Aquí es posible leer la expresión “Violencia de género” en parte de un titular de tapa así como en otras partes de la publicación. En este caso Walter Vilca destaca que Diario de Cuyo usara, tal vez por primera vez, esa expresión; tambén es notable que los relatos hayan recalcado la agresividad de un hombre que maltrataba a la víctima desde antes del femicidio. Aunque el tema central sigue siendo encuadrado como un hecho privado por la supuesta discusión entre un hombre y su expareja, se identifica como un caso de violencia de género cuando ese contexto ya constituía para la legislación nacional un agravante de la pena que, de hecho, se aplicó en la condena de este femicida.
En estas noticias si bien predomina la fuente policial, también se cita a los familiares de la víctima y en menor medida a la fuente Judicial.
2019- Brenda Requena, “Él sabía que lo engañaba”
El 13 de julio de 2019 Diario de Cuyo informó sobre la desaparición de Brenda Requena. Fue el primero de un total de ocho textos noticiosos que luego confirmaron el femicidio y las imputaciones contra su marido, que fue juzgado y condenado en 2021.
En el análisis de las notas publicadas, Vilca destaca que “en todas ellas hay una constante en expresiones y datos que se resaltan con el fin de direccionar la carga de responsabilidad en la víctima como causante de su propio femicidio”. Desapareció lo que en la nota analizada en 2015 había parecido un avance.
El tema central es presentado desde el comienzo como un hecho privado, producto de un conflicto de pareja y una supuesta infidelidad: “Denunció que su esposa desapareció tras serle infiel”.
La aparición del cuerpo de Brenda no mueve el enfoque. El relato habla de asesinato, de la autoría del femicida, así como de la infidelidad y con esto también la responsabilidad de la mujer en el problema. No hace foco en la violencia que ejercía el femicida o la posible responsabilidad del tercer involucrado, el otro hombre al que relacionaron sentimentalmente con la mujer.
Tampoco hay cambios en las notas que tratan sobre el juicio y la condena. El titular: “Piden perpetua a Álvarez por descuartizar y quemar a Brenda, pues sabía que lo engañaba” justifica al asesino y simplifica el problema atribuyéndolo a un hecho circunstancial y puntual. Por el contrario, según indica Vilca, estas noticias omiten que en la causa judicial hay pruebas y testimonios que respaldan el hecho que la víctima sufría maltratos de todo tipo antes del crimen y que el femicidio fue un acto más de mostración de poder y violencia de ese hombre contra la mujer.
Con respecto a las fuentes, en la primera etapa del caso predomina la policial por sobre las voces citadas de vecinos, testigos secundarios, un experto en comunicación y la madre de la víctima.
Las expresiones “femicidio” y “violencia de género”, están presentes pero “se aprecia que no son una cuestión central y ordenadora en la estructura de la noticia y del sentido que quieren dar al mensaje”, dice Vilca.
Con un marcado sensacionalismo, el tema de la infidelidad está presente en todos los textos noticiosos de este caso.
Un cambio que no llega
La propuesta de analizar cuatro casos paradigmáticos de femicidios cometidos en San Juan desde la interpretación de sus encuadres tuvo como objetivo identificar y destacar la presencia, o no, de cambios y diferencias en el tratamiento periodístico de estos asesinatos a partir de la puesta en vigencia de la figura penal de femicidio en 2012.
En sus conclusiones el reciente Licenciado en Comunicación y autor de la investigación vuelve a hacer foco en dos titulares: “El precio de la traición” y “Piden perpetua a Álvarez por descuartizar y quemar a Brenda, pues sabía que lo engañaba”.
“Cualquiera que lea estos titulares, podría caer en la tentación de creer que se trata de un mismo caso –dice Vilca-. Pero pasaron veinticinco años entre un titular y otro. Un cuarto de siglo en el que hubo transformaciones sociales: escuchamos el reclamo del “Ni Una Menos”, aprendimos la palabra femicidio, empezamos ver estos crímenes desde otra perspectiva, pusimos en discusión el problema de la violencia de género como herencia de la sociedad patriarcal, el Estado mismo se vio obligado a adoptar políticas públicas en este tema y hasta agravaron las penas por los asesinatos contra mujeres por razones de género”.
Una de las primeras conclusiones a las que llegó el investigador es que “los periodistas de Diario de Cuyo no acompañaron en su totalidad este proceso de transformación social, de desconstrucción del machismo y de aprendizaje de estos temas con el objetivo de trabajar con una perspectiva de género, algo tan necesario en el rol de comunicadores como constructores de la realidad y formadores de opinión”. Vilca destaca por supuesto que hay excepciones, pero son casi imperceptibles.
A la hora de buscar razones, Vilca menciona el posicionamiento del periodista y la empresa editorial. “Como actores sociales, que se relacionan en comunidad y construyen sus valores, los periodistas también interpretan la realidad y la significan a su manera en cada nota”, afirma.
En esos posicionamientos Vilca no desconoce otros factores como el predominio de fuentes policiales y judiciales: “No hay otra versión que no sea la oficial y que por lo general tiene como portavoces a hombres, formados e identificados con estas instituciones”, acota el investigador.
De igual manera, marca que en los textos noticiosos de estos casos prima el estilo sensacionalista propio de los relatos policiales, mientras que no hay referencias a políticas públicas ni a medidas de prevención contra la violencia del hombre.
Con conocimiento de causa Walter Vilca también explica: “las secciones Policiales de los diarios, históricamente, poseen planteles conformados en su mayoría por hombres. Hombres que nacieron y se educaron en función de preceptos marcados por una sociedad machista, siempre bajo un sistema patriarcal dominante y de desigualdad en relación al otro género. En ese contexto todo gira en torno a esas relaciones de poder y patrones que se traducen en cómo ven su realidad esos periodistas. Con el agregado de que los lugares de decisiones, estamentos de poder u organismos que intervienen en estos casos criminales, también fueron y son ocupados por varones, por tanto, las fuentes son ellos mismos”.
En los casos posteriores a 2012 es posible encontrar las expresiones “femicidio” o “violencia de género”, sin embargo ello no implica que se aplique perspectiva de género en los relatos. “En la medida que se usen estos términos a modo de rótulo o como una palabra accesoria para calificar un delito, se vacía de contenido y significancia social a los conceptos”, dice Vilca.
Según las conclusiones de esta investigación, pese al necesario replanteo del trabajo periodístico en relación a la problemática de la violencia de género y a las importantes transformaciones referidas al tema, en los textos noticiosos del periódico local todavía “persiste una matriz que perpetúa el machismo, estigmatiza a la mujer, naturaliza estos crímenes e invisibiliza las políticas sociales que buscan combatir toda forma de violencia contra la mujer. Visibilizar el problema de la violencia de género y el femicidio en su dimensión real es una deuda pendiente de muchos periodistas. Pero también de las empresas periodísticas”.
Walter Vilca, periodista de Policiales que revisó su propia práctica profesional en una investigación que fue aquí difícil de resumir, cierra su trabajo con una reflexión:
“Reducir el problema sólo a una cuestión individual del periodista, a la tradición del periodismo policial o a las líneas de editoriales de las empresas periodísticas, también sería caer en el reduccionismo y no poner el foco en el verdadero problema: la sociedad capitalista. El patriarcado, la violencia machista y la desigualdad con las mujeres, son unos de los tantos males de esta sociedad en la que se naturalizaron muchas otras cosas. La pobreza, la desocupación, la discriminación, la falta de educación y salud, la contaminación ambiental, la violencia institucional, la impunidad de los poderosos y los políticos de los partidos gobernantes, la burocracia sindical, el país del acomodo y de los amigos y la miseria de los que nunca tienen ni tendrán oportunidades. Y lista podría seguir. En ese enmarañado contexto se encuentra el complejo trabajo del periodista, labor que para algunos se convirtió en un negocio que se ofrece al mejor postor y para otros es el difícil oficio de intentar hacer de ella una profesión digna, aunque no se llegue a fin de mes.
La lucha contra la violencia de género y los femicidios es entonces una de las tantas batallas que hay que dar desde el periodismo”.
[1]Russell, D. E.; “Definición de femicidio y conceptos relacionados”. En D.E. Russell, & R.A. Harmes (Edits.), “Femicidio: una perspectiva global”, México, Ed. CEICH-UNAM, 2006, ps. 77 y 78 (citado en Protocolo ONU, p. 13, nota 34).