Deconstruir la red: qué pasa con nuestros datos

Deconstruir la red: qué pasa con nuestros datos

Internet no es neutral. Cada huella de nuestra navegación genera información de gran valor para las empresas.

Nada, absolutamente nada es realmente gratis en Internet. La gran red nos provee de casi infinitas soluciones a nuestras más diversas necesidades laborales, domésticas y de entretenimiento, entre otras. Si quiero hacer un budín de banana, allí está la respuesta. Si necesito tener una reunión virtual con compañeros de trabajo, tengo un gran abanico de opciones para mantener ese encuentro. Si necesito pagar boletas de servicios o realizar movimientos en mi cuenta bancaria, también lo puedo hacer. Todo está a un click, desde la computadora o el celular.

Sin embargo, ninguno de estos servicios es realmente gratuito. Cada acción que realizamos en internet, cada me gusta, cada comentario, cada compartir, cada descarga y cada consumo deja una huella, un rastro que se mide en términos económicos. Nuestras conductas en la red les sirven a grandes corporaciones para luego ofrecernos servicios que capten nuestra atención.

Es importante reflexionar sobre qué hacemos con nuestros datos, a quiénes se los damos y cómo se tejen diferentes redes de poder detrás de esta información. Cristóbal Cobo, especialista en educación y tecnología en Buenos Aires, autor del libro “Acepto las condiciones. Usos y abusos de las tecnologías digitales”, destaca la importancia de lograr un alfabetismo de datos. Es decir, que los/as usuarios/as puedan comprender “con mayor profundidad qué pasa con sus datos en la red y en qué medida los algoritmos que ofrecen los distintos servicios digitales usan, manipulan o tercerizan (o no) los datos de las personas. De igual manera, es fundamental que (…) puedan comprender en qué medida sus decisiones están más o menos influidas por un conjunto de algoritmos que ajustan la “realidad” a determinados intereses”.

Pedro Zárate, programador universitario y abogado, quien estudia una especialización en cibercrimen y trabaja en el Instituto de Informática de la Facultad de Ciencias Exactas Físicas y Naturales, de la Universidad Nacional de San Juan, nos explica qué datos entregamos en Internet, cómo pueden ser utilizados y qué derechos tenemos sobre ellos.


«Es fundamental que puedan comprender en qué medida sus decisiones están más o menos influidas por un conjunto de algoritmos que ajustan la “realidad” a determinados intereses”.

Cristóbal Cobo, especialista en educación y tecnología.

El nuevo control

En la era digital surgen nuevas formas de poder y control. El gran problema es que esas influencias se tejen como hilos casi invisibles, por debajo de nuestra navegación. Según Cobo “el primer paso para no ser manipulado está en entender las formas de poder, control y dependencia que hoy existen”. Sin embargo, el gran flujo de información al que estamos expuestos, al contrario de permitirnos ser más críticos/as, genera una “pseudoignorancia o amnesia digital”.

Byung-ChulHan, filósofo surcoreano, es todavía más crítico y afirma que vivimos en un panóptico digital. La particularidad de este, explica Han, reside en que “sus moradores (…) colaboran de manera activa en su construcción y en su conservación, en cuanto se exhiben ellos mismos y se desnudan”.

Cobo se atreve a hacer una analogía con la Edad Media y afirma que, en la era digital, “existirían al menos dos castas sociales: los escribanos digitales (creadores de código, reguladores, productores e intermediarios de contenidos y servicios digitales) y los vasallos de los datos”.

Nosotros/as, los/as sometidos/as, en nuestra situación de inferioridad, explica Cobo, “no solo recibimos los contenidos de nuestra preferencia, sino que se reconstruye una realidad digital hecha a nuestra medida, donde encontramos personas que tienen similares gustos a nosotros y casi con las mismas inquietudes y aspiraciones”.

Qué implica aceptar las condiciones

Instalar aplicaciones y crear cuentas en diferentes plataformas digitales son acciones cotidianas. Casi de manera automática aceptamos los términos y condiciones de estos servicios. ¿Sabemos lo que dicen?, ¿tenemos tiempo para conocerlos? Y si lo tuviéramos, ¿entenderíamos qué implican? Pedro Zárate explica que “al aceptar, en general, la aplicación consigue el acceso a nuestras fotos, mensajes, ubicación. Instagram, por ejemplo, manifiesta que obtiene una licencia sobre el contenido que publicamos en la red social”.

Pedro Zárate, abogado y programador.

¿A qué pueden estar expuestos los datos que las aplicaciones tienen de nosotros? Pedro responde: “solo ellos lo saben pero no tengo dudas de que son todos usos legales los que pueden hacer. Quizás nos causen molestias, por publicidad indeseada, pero generalmente tiene que ver con aspectos comerciales”.

Entregamos nuestros datos y recibimos publicidad. “Nosotros creemos que es algo gratis pero en realidad estamos pagando con nuestros datos. Hay muchos métodos que se utilizan para recopilar información”, afirma el programador. Además, brinda un ejemplo: “Softonic, es una aplicación que accede a la lista de amigos y a información pública y comparte esa información con otros sistemas, como TripAdvisor y  trivago. Los servicios utilizan la recopilación de nuestra información, de nuestra navegación, de las plataformas que usamos y posteriormente nos mandan publicidad a partir de esos datos que recopilan. Las empresas se aseguran de que la publicidad llegue a un sitio adecuado”.

¿Qué pasa si no aceptamos las bases y condiciones? El abogado aclara que en algunas aplicaciones este es un requisito sine qua non. En otras “se puede no aceptar ciertos términos y condiciones. Pero, puede suceder que esa aplicación deje de funcionar y de enviar las actualizaciones. Penoso sería si nos encuentra una denegación de servicios teniendo los datos en la nube”, explica Zárate.

Una realidad hecha a nuestra medida

Con todos los rastros que dejamos en Internet, las empresas pueden construir perfiles de nosotros, de nuestra posible personalidad, gustos, trabajos, intereses y opiniones, entre otras cuestiones. A partir de esa información, tienen todas las herramientas que necesitan para mostrarnos lo que les interesa vendernos, en el momento indicado.

Pensemos en una situación ejemplo. Estamos caminando, llevamos nuestro celular y tenemos activada la ubicación. Google reúne, entre otras cuestiones, millones de ubicaciones de locales comerciales. Seguramente nos mostrará si estamos cerca de una heladería, de un shopping o un restaurante y nos preguntará si queremos ir. Nunca antes, ninguna empresa, tuvo tanta información de posibles consumidores. Nunca antes fue posible segmentar y personalizar, con tanta precisión, los mensajes publicitarios y políticos.

¿Cuánto sabe Google de nosotros?, ¿cuánto dependemos de Google para desarrollar muchas de nuestras acciones cotidianas? Es uno de los buscadores más utilizados en gran parte del mundo, también lo son su navegador, sus aplicaciones de correo, de videoconferencias, de almacenamiento en la nube y de calendario, entre otras. Los resultados que nos muestra este buscador, ¿son todos los posibles?, ¿qué criterio los organiza?

Esto es parte de lo que muestra el documental producido por Netflix “El dilema de las redes sociales”. Incluso esta plataforma, aunque con más limitaciones, reúne casi de manera permanente información sobre nuestros consumos para luego ofreceros, productos a medida. La mejor prueba es comparar el perfil de diferentes usuarios y las ofertas de película que aparecen.

Derechos y la necesidad de políticas de Estado

Los derechos que tenemos sobre nuestros datos son varios. Están amparados en nuestra Constitución Nacional, primero en el Artículo 17, según el cual la propiedad es inviolable y la información es un bien jurídico; luego en el Artículo 43, conocido como el habeas data. Según este último, “toda persona puede interponer una acción para tomar conocimiento de los datos que están referidos a ella y de su finalidad, si están en una base de datos”, aclara Pedro.

Además, en 2001, se sancionó la Ley 25326 de protección de datos personales. La normativa los define como “información de cualquier tipo referida a personas físicas o de existencia ideal determinadas o determinables”.

Sin embargo, la mayoría de las empresas que tienen nuestros datos, no tienen su sede en nuestro país. ¿Qué pasa en esos casos? El abogado explica que “si los datos son tuyos, estén en la China, Alemania, Rusia, vos tenés el derecho y la facultad de iniciar una acción para que sean eliminados de la base de datos. Los datos tuyos son tuyos, estando en cualquier lado”.

Más allá de estas normativas vigentes en Argentina, muchos plantean la necesidad de un debate internacional respecto al uso de datos. Una de las primeras líderes que reconoció este problema fue la canciller de Alemania, Ángela Merkel. “El precio de los datos, especialmente el de los consumidores, es en mi opinión el problema central que debemos resolver para garantizar un mundo justo y equitativo en el futuro”, así se expresó la mandataria en la cumbre Global Solutions de Berlín, en 2018.

También en Alemania, tiene su sede Algorithm Watch, organización “sin fines de lucro con el objetivo de considerar y clasificar los procesos de toma de decisiones algorítmicas que tienen relevancia social”. Un trabajo similar, aunque diferente, realiza Al Now Institute, grupo de investigación de la Universidad de Nueva York. La institución está integrada por especialistas en Inteligencia Artificial e investiga las implicancias sociales de esta tecnología.


“El precio de los datos, especialmente el de los consumidores, es en mi opinión el problema central que debemos resolver para garantizar un mundo justo y equitativo en el futuro”.

Canciller de Alemania, Ángela Merkel

En contraposición, algunos estados están adoptando una actitud similar a las empresas y avanzan en el registro de datos de sus ciudadanos para tener mayor control. Este es el caso de algunos países de Asia que, por ejemplo, para enfrentarse a la pandemia de COVID-19, utilizaron la vigilancia digital. Estados Unidos es otro caso. Desde 2019, el país le exige a los extranjeros que tramitan su visa, que declaren todas las cuentas que tienen en redes sociales, los números de celular que hayan tenido y sus direcciones de correo electrónico.  

Queda mucho por resolver respecto al gobierno de lo digital. Es un espacio en el que confluyen intereses políticos y económicos, que demandan la regulación de los Estados para proteger a la ciudadanía y promover una participación y accesos más democráticos. Ya no basta con promover la conectividad y la disponibilidad de dispositivos tecnológicos. Trabajar por una alfabetización de datos, por una navegación más consciente y crítica es imperante.


REFERENCIAS

Cobo, C. (2019) Acepto las condiciones. Uso y abuso de las tecnologías digitales. Fundación Santillana.

Han, B.C. (2020) La emergencia viral y el mundo de mañana en Sopa de Wuhan. Pensamiento contemporáneo en tiempo de pandemias. ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio) http://iips.usac.edu.gt/wp-content/uploads/2020/03/Sopa-de-Wuhan-ASPO.pdf

Han, B.C. (2013) La sociedad de la transparencia.  

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