Maltrato animal en San Juan: omisiones estatales y un proteccionismo que lo da todo
Por Guadalupe Tobar, Valentina Bosch y Noelia Escales
Catalejo presenta una investigación a fondo sobre el maltrato a perros y gatos en San Juan. Indagamos en la labor del proteccionismo, lo que hace y deja de hacer el Estado y otros maltratos que están asociados a la crueldad hacia los animales.
Animales atados, sin atención médica, sin alimento, que reciben golpes, que son abandonados, que vagan por las calles reproduciéndose y que en los casos más extremos son asesinados. Estas escenas de maltrato forman parte de la cotidianidad de San Juan, donde desde hace años la población canina y felina se multiplica en las calles, producto del abandono y de falta de políticas de Estado que promuevan la tenencia responsable y la esterilización masiva. Por suerte, hay un atenuante: el esfuerzo de proteccionistas, especialmente mujeres, que de manera voluntaria rescatan, esterilizan y encuentran hogares para los abandonados. Pero el maltrato también las alcanza a ellas, porque no es gratuito trabajar reparando el daño que otros/as provocaron.
Hablar de maltrato animal, justo cuando el proyecto de Ley Conan está en la agenda política, es complejo. En primer lugar, ese proyecto no incluye a todos los animales. De hecho, esta nota solo se ocupa de los animales de compañía: perros y gatos. En segundo lugar, hablar de maltrato animal es mucho más que revisar una normativa para aumentar el tiempo de prisión de quien maltrata. Esta problemática nos exige revisar prácticas culturales, sobre todo ideas y actitudes de cuidado rechazadas por la sociedad patriarcal por propiciar la sensibilidad y la empatía. Finalmente, el mismo machismo que condena a mujeres y diversidades es el que muchas veces pone en jaque a los animales no humanos.
A pesar de la complejidad, hablar del maltrato animal es necesario. Y es que estos actos de crueldad suelen ser la forma en la que se hacen visibles otros maltratos que dejan en situación de vulnerabilidad a los animales en general y a las personas en particular.
¿Qué es el maltrato?
Cuando hablamos de maltrato animal, la entidad encargada de aplicar la normativa local en esa materia es la Secretaría de Estado de Ambiente y Desarrollo Sustentable. El subsecretario de Conservación de Ambiente, Mario Santori, explica que el maltrato es más que un golpe. Incluye la desnutrición, la falta de atención veterinaria, el abandono.
En la provincia, rige la Ley 2005-L, que crea “un régimen de protección, bienestar y tenencia responsable de los animales de compañía”. Prohíbe “el abandono, matanza, maltrato, mutilación de animales de compañía y el sacrificio”. También está vigente la Ley 1053-L que busca “preservar y conservar la integridad y bienestar de los animales (…) contra todo acto de maltrato o crueldad”. La Ley 2005-L es más actual y completa pero, explica Santori, todavía no tiene decreto reglamentario y por eso surgen ambigüedades.
A la normativa local se suma una ley nivel nacional, la 14346, de carácter penal, que determina prisión de 15 días a un año para “el que infligiere malos tratos o hiciere víctima de actos de crueldad a los animales”. Esta es la legislación que busca modificar la Ley Conan.
Por otra parte, desde el punto de vista médico, Cecilia Rombolá, veterinaria de la Clínica Olaén, identifica dos grandes tipos de maltrato. Uno es el que ejercen las familias de los animales de compañía, por ejemplo, al no brindarles atención veterinaria, al medicarlos sin consultar o al pedir que duerman a los perros viejos aunque existan tratamientos para ellos. Gustavo Aragón, veterinario de la Clínica El Retoño y de la Secretaría de Ambiente de la provincia, menciona otras deficiencias en el cuidado: animales sin abrigo en invierno o sin sombra ni acceso a agua en verano; perros que tienen un hogar pero vagabundean por las calles y están expuestos a sufrir heridas, contraer enfermedades y ser envenenados.
A pesar de los descuidos, Cecilia Rombolá comenta que es común que animales que fueron rescatados del maltrato de sus propias familias sean reclamados por estas. Cuando los ven mejor piden que se los devuelvan adjudicando con que son de “su propiedad”.
El otro tipo de maltrato, comenta Cecilia, es el que sufren los animales que viven en la calle y son víctimas de: abandono, pedradas, golpes y ataduras, entre otros actos de crueldad. En sus veterinarias, Gustavo y Cecilia reciben muchos de estos últimos casos, uno, dos y hasta tres por semana, ya que ambos trabajan con varias proteccionistas. Los “bichos” suelen llegar muy flacos, muchos con las llamadas “enfermedades de las garrapatas”, con lesiones físicas como cortes y ataduras y algunos embichados. El perro maltratado llega con miedo y tristeza. Pero, dos o tres días después, luego de recibir cariños y cuidado, el ánimo comienza a cambiarle, empieza a jugar, a correr.
Abandono y maltrato estatal
Quienes lidian con las formas de maltrato antes descriptas son las proteccionistas, que están en contacto permanente con perros y gatos. Ven animales desnutridos, sin atención veterinaria, que reciben golpes y viven atados y afirman, con contundencia, que una de las principales formas de maltrato en San Juan es el abandono.
Cecilia Montaño es proteccionista y lleva años intentando mitigar el daño que genera el abandono. “Si hay perros en la calle es por irresponsabilidad de las personas”. En su refugio La casita de Tronquito, en Pocito, alberga a unos 80 gatos y alrededor de 100 perros.
Marita Garcés también tiene varios años de lucha contra el abandono. Forma parte de Choquitos del Oeste, un grupo dedicado a atender a los perros que se encuentran desde el Jardín de los Poetas hasta Villa Tacú y el Camping Dique Lateral. Gran parte de esos animales fueron tirados en la zona. Choquitos les acerca alimento, vacunas y antiparasitarios. Si es necesario los llevan al veterinario e intentan conseguir adopciones.
Voluntaria del grupo Choquitos del Oeste alimentando perros en Zonda.
Quienes más sufren el abandono suelen ser los animales enfermos, mayores y las hembras. Victoria Varela y Andrea Correa, integrantes Ayudando Patitas San Juan, cuentan que hay familias que dejan en la calle a perros o gatos cuando estos se enferman o se ponen viejos. A través de Instagram, ellas publican pedidos de ayuda de otros, avisos de perros perdidos y encontrados y llevan adelante sus propios rescates.
Jesica Mendez, integrante de Aka Pacha, otro grupo que trabaja con animales, agrega que el abandono también se suele producir por mudanzas o por preñez. En relación a esto último, Jacqueline Montiveros, de Asociación Civil Firulais, grupo especialmente dedicado a combatir el maltrato, relata que en muchas ocasiones la gente separa a los recién nacidos de su madre y los abandona. “¿Sabés el sufrimiento extremo de esos bebés y esa madre? Es terrible cómo busca a los cachorros. Las tetas se le llenan de leche y puede sufrir enfermedades”.
Marilú Garcés, fundadora de la Fundación Patitas sin Hogar, confirma lo que dice Jacqueline. Añade que en estas situaciones queda en evidencia que la violencia de género también se extiende a los animales. “Hemos encontrado perras preñadas y atadas lejos, para que no vuelvan a las casas y mueran de hambre y sed”. Destaca que “siempre castigan a la hembra por ser hembra”. Además, reconoce que al adoptar la gente suele optar por animales machos ya que “requieren menos esfuerzos”.
Los animales abandonados no son una sensación ni algo que solo queda a la vista de sanjuaninos/as. “Hemos tenido muchos comentarios de gente que viene de otras provincias y se sorprende de la cantidad de animales abandonados que hay” dice Elisa Martí, fundadora del Voluntariado Pro Vidaa, una asociación centrada en el cuidado ambiental. Elisa explica que esto “se debe a la falta de políticas públicas enfocadas en la esterilización y la concientización. Son las dos cosas que van a cambiar el panorama que vivimos”.
El abandono tiene un gran aliado: el Estado, que durante décadas no llevó adelante campañas de esterilización y educación en tenencia responsable; ni condenó las situaciones de maltrato a pesar de que existe una normativa penal. Eso comienza a cambiar, pero desde el proteccionismo reclaman que las incoherencias son persistentes.
“El Estado nos pide ‘tenencia responsable’ y el primer eslabón de maltrato es un Estado que no castra masivamente” afirma Marilú Garcés. “La mayoría de los municipios no tiene quirófano y los que tienen no hacen suficientes castraciones”. Patitas sin Hogar tiene más de diez años y enfoca sus esfuerzos en la esterilización de animales en situación de calle.
Según Marilú, la castración es la única manera ética de disminuir la cantidad de animales en la calle. Pero acceder a un quirófano de esterilización no es tan sencillo. “No hay que enojarse con la gente que abandona perros, hay veces que no hay otra opción. Es por eso que el Estado no puede exigir algo que el mismo Estado no cumple”.
Paradójicamente, esas exigencias a veces perjudican a quienes ayudan a los animales. Marilú comenta el caso de una proteccionista que vive en el centro; sus vecinos la denunciaron por alimentar a una colonia de gatos. “Le llegó una multa de medio millón de pesos. La multan a ella y no al dueño del restaurante que llevó la primera pareja de gatos para que espantara las lauchas. ¿Vés que está todo al revés? Te multan por alimentar animales en la calle, algo que es un gesto de empatía”. Jacqueline Montiveros de Firulais repite lo mismo. Dice que la Justicia suele darle lugar a denuncias contra ellas por darle comida a perros y gatos, en lugar de sancionar a quienes abandonan.
Adolfo López Martí es abogado animalista, integrante de la Asociación de Funcionarios y Abogados en Defensa de los Animales, y ha defendido proteccionistas en más de una ocasión por esas denuncias. Explica que hay jueces que aplican normativas viejas, sin ser conscientes de que en San Juan hay unos 173 mil perros en la calle. Hay dos razones por las que denuncian a las voluntarias: una, por tener varios animales, citando el Decreto Ley 1937, de 1969; dos, por alimentarlos, aplicando el artículo 170 del Código de Faltas, que se refiere a perros peligrosos. “Están en un sillón y no salen a la calle. Dicen que los den en adopción ¿A quién? La gente no puede ni comer y quiere que adopten”. “Las proteccionistas se hacen cargo de una obligación del Estado” responde molesto Adolfo.
Un par de los gatos alimentados por la mujer denunciada en el centro fueron resguardados en La casita de Tronquito. Allí, Cecilia Montaño fue testigo de una situación similar. una mujer de la zona fue denunciada por sus vecinos por tener unos 50 gatos. La respuesta de la Municipalidad de Pocito fue: “le damos 15 días para deshacerse de los animales”. “Me dijeron que los tirara en una finca” contó la mujer denunciada a Cecilia. “Iba a llevar el problema a otro lugar” dice la proteccionista, que recibió a gran parte de esos animales.
Aka Pacha trabaja para esterilizar y rescatar y tiene mucha experiencia con gatos. Se dedica a los felinos porque estos constituyen una población grande que suele quedar invisibilizada. Jesica Mendez, integrante del grupo, dice que “en San Juan tenemos una problemática totalmente fuera de control ya que hay muchos lugares con colonias ferales”.
Hay espacios públicos, clubes, estaciones de servicios y locales comerciales con gran cantidad de felinos. Una vez más se hacen visibles las consecuencias del abandono. Lamentablemente, esos gatos “fueron llevados como un control de plagas de roedores y luego son asesinados porque su población crece”. El grupo pide permiso para acceder a estos espacios y esterilizar a los gatos, pero no siempre lo dejan. “Un club no nos dejó porque se iban a quedar sin gatos que se coman los pericotes”.
Aparte del Estado, “muchas veces la misma sociedad es la que castiga y nos encasilla por desarrollar empatía hacia los animales” afirma Jesica de Aka Pacha. “Nos tratan de lo último cuando alimentamos animales” dice Jaqueline Montiveros. ‘Mugrientas’, ‘allá vienen las locas’, porque te ven llegar con una bolsa de alimento”. Y nunca falta quien le saca la comida a los animales una vez que ellas se retiran del lugar.
Gran parte de las formas de maltrato mencionadas son propias de la ciudad. En el campo, se dan esas y otras crueldades. Elisa Martí explica que en zonas rurales el cúmulo de animales se suele combinar con el hambre y la crueldad. “Al haber tanta proliferación de animales obviamente tienen hambre y matan gallinas, cabras, ovejas. Entonces, ¿qué hacen los baqueanos del lugar? Les disparan o los cuelgan. Entiendo que lo hacen porque viven de eso”.
Alba Flores de Huellitas Barrealinas relata algo parecido. Este grupo está formado por familias de Barreal, Calingasta. Alba dice que allá no hay clínicas veterinarias y las esterilizaciones que tienen las han logrado gracias a la ayuda del Voluntariado Pro Vidaa. Una problemática importante de la zona es la falta de alimentación, que hace que algunos perros cacen animales de granja. Hay muchos galgos y perros de gran porte que no reciben todo el alimento que necesitan. “Sale más barato darle de comer a que te coma un animal de granja”, concluye Alba. Otras formas de maltrato son el abandono, los animales atados en sus casas o lejos de estas para cuidar otros animales o propiedades. Las familias de Huellitas hablan con la gente: “la mayoría nos permite ayudar, ir a pasear su perro, limpiar su patio y hacer cierre perimetral”. Si la respuesta es negativa, insisten, “sin avasallar. Tratamos de que no nos vean como que vamos a controlar, sino que queremos ayudar”.
El precio del maltrato
Las proteccionistas rescatan animales en las peores condiciones. Los cargan en sus vehículos o pagan transporte. Pagan veterinaria, alimento y guarderías. Solo una consulta en una veterinaria puede costar en promedio $10.000; una bolsa de alimento de 21 kg, de marca económica, unos $20.000 y un día de guardería unos $5000. El proteccionismo moviliza miles y miles de pesos para cubrir los daños que genera el maltrato.
Es tal la cantidad de animales en la calle, que cada vez es más difícil para las proteccionistas contener la situación. “Cuando nos piden ayuda la brindamos, siempre que tengamos dinero. El año pasado llegamos a deber 900 mil pesos” expresa Elisa Martí. “Muchas veces la gente se enoja porque no los ayudamos pero es porque no podemos”.
Cecilia Montaño de La Casita de Tronquito cuenta que todos los meses necesitan al menos 1 millón de pesos para comprar el alimento para todos los animales del refugio. Aparte, para los rescates que realiza necesita dinero para traslados y para atención veterinaria. Eso sin contar la inversión en obras necesarias para acondicionar el lugar.
La veterinaria Cecilia Rombolá se preocupa por hacer su aporte desde su lugar, tratando de disminuir los costos de atención médica y brindando financiamiento para las proteccionistas. “No sería capaz de ir a los lugares donde van porque me muero. Sufro por el que viene acá, pero ver que hay 20 perros escuálidos, no se si podría”.
Más allá de los recursos que implique “el animal se rescata”, dice Jacqueline Montiveros de Firulais. “Quizá no tengamos un peso, el animal se rescata, sea domingo, navidad, año nuevo”. Agrega “no tenemos seguridad. Salimos solas y nos metemos en lugares que no son aconsejables, pero vamos a salvar la vida del animal”. Firulais hace tómbolas y ferias americanas y recibe donaciones para reunir los fondos para hacer su trabajo.
Marita Garcés ha tenido experiencias similares a las de Jacqueline. Recuerda haberse metido más de una vez en los cerros a rescatar animales y muchas veces lo hizo sola. En su casa, llegó a tener 21 perros, gran parte de ellos rescatados de Zonda. Eso es lo que terminan haciendo muchas proteccionistas: adoptan a los animales que nadie quiere. Choquitos todavía no tiene personería jurídica así que todo lo que hacen es a pulmón. A pesar de eso, el grupo se mantiene firme en su tarea. “Hay perritos a los que hemos acompañado 10 años. Ven el auto llegar y saben que venimos con la comida”.
Al final la ciudadanía, sobre todo el proteccionismo, destina una importante cantidad de dinero a resolver las situaciones que genera el maltrato. Incluso hay personas que, con pocos recursos, han rescatado y mantienen a decenas de perros y gatos. Al final, ellas hacen mucho más de lo que el Estado hizo por ellas mismas y por esos animales.
El daño en cadena
El maltrato no termina en los perros y gatos. También deja secuelas en las proteccionistas que se adentran en los infiernos más impensados para levantar cuerpos con sangre, con bichos, destruidos. Dejan secuelas en los/as veterinarios/as que reciben a estos animales en sus consultorios e intentan reconstruir lo que otros/as destruyeron.
“Muchas veces lloro” dice Cecilia Rombolá. “Da mucha bronca ver ciertas cosas”. La veterinaria también ha recibido maltrato de parte de personas que llevan a atender sus animales cuando no hay nada que hacer. Ha recibido insultos y hasta empujones.
Marita Garcés dice que la tarea que llevan adelante es solitaria y se emociona al responder cómo la afecta el maltrato. “Quedo con el corazón desecho cuando encontramos muertos a los perros que alimentamos. Me angustio cuando los han lastimado”. Sin embargo, le reconforta saber que han logrado reubicar a muchos.
Andrea Correa y Victoria Varela de Ayudando Patitas San Juan dicen que les duele en el alma ver el maltrato. Cuentan que las mujeres suelen ser quienes más empatizan y sufren el dolor; aunque hay hombres que comienzan a sumarse en las colaboraciones.
“Se te estruja el corazón. Le ponemos todo, con llanto, desbordadas. Sacamos animales a punto de morir, ensangrentados, llenos de gusanos…Tenemos la fuerza. ¿De dónde sale? no sé” dice Jacqueline Montiveros. “Cuando el animal ya está bien, ahí te desplomás”.
“Muchas veces podés ayudar al animal y otras, por más que le pongás todas las pilas, la historia no termina feliz” dice con resignación Elisa Martí. Y es que una de las instancias más complejas es encontrar una familia que pueda asegurar el bienestar del animal. “Nos han mandado foto de un animalito que dimos en adopción y que está en la calle”.
Emilia Merino hace años preside la ONG “Pitbull en peligro”, que cuenta con un anexo: una sala de emergencias veterinarias. Se encargan de resguardar perros judicializados y rescatados de maltrato. Además, tres días a la semana cuentan con un veterinario a bajo costo para ayudar a quienes no pueden asumir los costos de una veterinaria común.
Sobre las consecuencias psicológicas que genera el activismo en las proteccionistas, Emilia señala que, si bien su labor provoca mucha gratitud, trae aparejados muchos momentos de crisis. Menciona que la lucha es permanente y no sólo contra quienes maltratan, sino también contra las instituciones gubernamentales -que generalmente no apoyan la causa ni brindan soluciones-. “Muchas chicas han tenido crisis y tuvieron que abandonar. Otras están siendo tratadas por psicólogos porque no lo pudieron manejar. En mi caso, en la noche trato de apagar el celular porque es normal que a las 3 de la mañana me llamen por teléfono para pedirme retirar un perro, y si no lo hago me insultan”, expresa Emilia.
Nilda Riveros forma parte de la Asociación Yastay desde su origen, en 1993. Hace más de treinta años entrega su vida y recursos -dinero, tiempo y energía- al proteccionismo. Respecto de cómo repercute emocionalmente el activismo , expresa “me frustra muchísimo. Le dediqué mi vida a esta causa y siento que me voy a morir y nada habrá cambiado”.
La punta del iceberg
El maltrato animal no suele ser algo aislado. La denuncia puede destapar muchas otras situaciones que también ponen en vulnerabilidad a mujeres, niños/as, adolescentes y personas mayores, entre otros/as.
Así quedó en evidencia en febrero de 2023, en el caso de una mujer que vivía en Santa Lucía y tenía varios animales en una situación compleja. Jacqueline Montiveros cuenta que para abordar el rescate se reunieron cuatro ONGs: Aka Pacha, Yastay, Patitas Sin Hogar y Asociación Firulais. “Los vecinos habían denunciado este caso, el maltrato, y el estado de la persona durante años, y nada. Tuvimos que llegar nosotros para que se destapara todo y se hiciera algo hasta con la mujer”.
En agosto de ese mismo año una familia de Albardón contactó a Patitas sin Hogar. Su perro, Negrito, llegó a casa con el hocico atado y en evidente estado de shock. En la consulta veterinaria descubrieron que el animal tenía signos de abuso. “Estuvo internado y murió porque estaba destrozado” recuerda Marilú. El caso se difundió en redes sociales y conmocionó a los vecinos de la zona. “‘Tenemos miedo por nuestros hijos’ me dijeron, y contesté ‘con más razón, hagan la denuncia’ pero ninguno se animó”. Fueron las proteccionistas quienes hicieron la denuncia, pero el caso quedó en la nada.
El maltrato también es la punta del iceberg en momentos de crisis económica, como la actual. Las proteccionistas dicen que hay más abandono porque la gente no tiene con qué alimentar a sus animales o porque no pueden seguir alquilando. Cecilia Montaño recibe mensajes de gente que se quedó sin trabajo y no se puede ocupar de sus animales. Además, en redes sociales comienza a ser corriente ver personas pidiendo ayuda para mantener a sus perros y gatos. La misma crisis dificulta la tarea de las organizaciones que rescatan, ya que se ven limitadas en la cantidad de casos que pueden tomar.
Maltrato animal, especismo y machismo
Gabriela González es doctora en Filosofía y se dedica a los Estudios Críticos Animales. Afirma que “existe una fuerte relación entre el maltrato animal y el maltrato hacia los seres humanos. Explica que esto sucede “primero, porque la dominación animal producida por el orden especista no atañe solo a los animales no humanos, sino también a los humanos históricamente animalizados y a lo considerado como animal en el propio ser humano”. El especismo “nunca ha privilegiado a la “especie humana” en su conjunto, sino que siempre ha ubicado en el lugar de superioridad a determinado ideal del Hombre. Me refiero al varón cisgénero blanco, adulto, heterosexual, del norte global, capaz y neurotípico”.
Gabriela cita a Charles Patterson, quien expresa que “una vez que la explotación animal fue institucionalizada y aceptada como parte del natural orden de las cosas, abrió la puerta a formas similares para tratar otros seres humanos”. “Para el autor, la domesticación de los animales suministró el modelo para la esclavitud humana, además de sentar las bases las teorías racistas europeas y estadounidenses”
Por último, la profesional explica las relaciones que hay entre especismo y sexismo. Dice que los feminismo de la última parte del siglo XX comenzaron a ocuparse de esto y registraron “la existencia de una clara conexión entre la subordinación y la explotación de las mujeres y de los animales no humanos. Existe un texto icónico que se llama La Política Sexual de la Carne de 1990, el cual incentivó a pensar la explotación animal como una cuestión feminista”. En él Adams presenta un enfoque feminista del veganismo basado en el argumento de que, en Occidente, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX, existe una conexión histórica y cultural entre el consumo de carne y la hegemonía masculina”.
La teoría sobre la denuncia y el actuar de la Justicia
¿Qué hacer frente a un caso de maltrato? En teoría, quien sabe de una situación de maltrato puede denunciar en cualquier comisaría, en la Policía Ecológica, la Policía Rural o al 911, en lo posible con fotos y videos de la situación. Por otra parte, Ambiente tiene una línea de Whatsapp 4305057, que genera la visita de inspectores. En está última vía suelen recibir entre 20 y 30 reclamos al mes. Además, entre diciembre de 2023 y julio de 2024 hicieron 157 constataciones y labraron 13 infracciones.
Sin embargo, la realidad dista mucho del proceso ideal. Veronica Llanos, abogada y voluntaria en Pro Vidaa, asegura que los policías desconocen la ley de protección animal (14.346) y cuando alguien “quiere poner una denuncia no se la toman”. “La justicia recién se pone a investigar un caso de maltrato cuando este es muy relevante”, afirma.
Ambiente categoriza las denuncias según su gravedad, explica Mario Santori. “Si hay vida en riesgo, se actúa en el día”. Una vez en el lugar, constatan con un/a veterinario/a la situación del animal. Si corresponde, elaboran una infracción y, si la condición no cambia, piden al juez que libre una orden para sacar al animal.
En 2021, el abogado Adolfo López Martí logró algo inédito en San Juan: se constituyó como querellante de Homero, un perro asesinado por un vecino, y logró una condena para el hombre. A pesar de ese antecedente, Adolfo dice que hay un gran desconocimiento de fiscales y jueces de la cuestión animal. Con frecuencia, dejan prescribir causas en las que toma parte. “Lo toman con liviandad y no es así porque atrás de todo maltrato hay una situación de maltrato familiar, de pareja, pero no les interesa”.
El abogado afirma que es necesario crear una unidad fiscal de investigación específica de causas animales y ambientales. Argumenta la necesidad de llevar adelante esas causas teniendo en cuenta que se trata de seres sintientes y cita la Declaración de Cambridge sobre la conciencia (2012). Allí, reconocidos científicos dejaron sentado que los animales no humanos tienen conciencia y pueden experimentar estados afectivos.
Retomando el proceso de denuncia, hay una instancia que hasta la propia Secretaría de Ambiente deriva a las proteccionistas: el destino del animal maltratado que es retirado de donde estaba. El Estado recibe la denuncia, saca al animal de la situación pero lo que sigue después queda en manos de las proteccionistas.
Santori dice que hay un proyecto, a largo plazo, para construir un espacio que sirva como tránsito para luego conseguir adopciones. También piensan en un hospital veterinario para personas de bajos recursos. Expresa que la idea es “sacarles esa responsabilidad a las proteccionistas”. En este sentido, recuerda que hasta principios de 2010 la cuestión animal no era de injerencia de Ambiente sino de zoonosis, de Salud Pública.
Esterilización y educación: una salida posible
El voluntariado Pro Vidaa lleva a cabo el proyecto Apadrina una esterilización para realizar esterilizaciones a bajo costo. Ya cuentan con un convenio con el quirófano de Rawson y los sábados van a departamentos alejados. Elisa Martí explica que el monto varía según la zona, pero siempre es muchísimo más barato que en una veterinaria privada. Si bien les gustaría realizar las esterilizaciones de manera gratuita, actualmente no tienen cómo solventar los gastos que conlleva.
Marita Garcés dice que faltan castraciones masivas de parte del Estado y sostener los programas que llevan adelante. Jacqueline Montiveros suma “como crítica constructiva, las casillas de los quirófanos se encapsulan en “vamos a ir al barrio tanto”. Abarquemos más, lleguemos a las periferias”. “En Villa Don Arturo Firulais pidió dos veces casilla y la llevaron. Un señor de la zona fue en carretilla con su perro. Él quería esterilizar su perra”.
Si bien la esterilización es fundamental, las proteccionistas saben que no es suficiente para terminar con el maltrato. “La solución es la educación, las campañas de adopción, concientización” asegura el veterinario Gustavo Aragón. “En Ambiente tenemos un manual de tenencia responsable que se podría aplicar en las escuelas”.
Marilú Garcés coincide con el médico veterinario y recuerda un caso que la conmocionó. “Estábamos en Chimbas, habíamos salido a repartir alimento a perros. Había unos niños que tenían un cachorro cada uno y jugaban a dejarlos en la calle donde pasaban los autos y los reventaban. El último cachorro que sobrevivía, era el niño que ganaba. Si al niño no le produce nada eso ¿Qué esperamos de ese niño cuando sea adulto?”
El Voluntariado Pro Vidaa reconoce la urgente necesidad de educar, sobre todo a las infancias y tienen un proyecto para trabajar en instituciones educativas. “Las directoras de escuelas nos viven pidiendo que vayamos, especialmente en zonas problemáticas como La Bebida y Marquesado. Muchas veces nos han solicitado ir a otro tipo de instituciones como merenderos o uniones vecinales. La idea es enseñarle a los chicos a través de juegos”.
Desde Ambiente, explica Santori, están trabajando junto a las escuelas para generar conciencia acerca de la tenencia responsable y los cuidados que un animal requiere. Afirma que lograr eso “es un cambio cultural que va a demorar muchos años”.
Fuentes de Ambiente comentaron que “lamentablemente, no cuentan con muchos recursos.” “Se estuvo prácticamente un mes y pico sin combustible, entonces no se podía salir a hacer las inspecciones. Otra de las falencias es que al personal le falta un poco más de capacitación. Son cosas que se pueden mejorar y que esta gestión está haciendo todo lo posible por mejorarlas”.
¿Algo ha cambiado?
Durante mucho tiempo el maltrato a perros y gatos estuvo naturalizado. Los dichos: “lo mataron como a un perro” o “lo tratan como a un o peor que a un perro” son un claro ejemplo de ello. Sin embargo, aunque sea por lo bajo, algunas proteccionistas se aventuran a decir que algo comienza a cambiar en el trato hacia los animales.
Marita Garcés comparte que, como docente, trata de hacer un trabajo de prevención, de promover tratos más amables con todos los seres. Cuenta que este año y el pasado, para el Día del Animal, Choquitos recibió donaciones de escuelas: cuchas y alimento.
La veterinaria Cecilia Rombolá explica que actualmente conviven dos extremos: el del maltrato y otro, que comienza a crecer, integrado por personas que cada vez se ocupan más de los animales.
“Una vez vi una publicación que decía que la población de perros había disminuido gracias a Ambiente” comenta molesta Cecilia Montaño de La casita de Tronquito. Los que están en la calle y con 0 recursos son los proteccionistas. Esos comentarios dan mucha bronca”.
Jacqueline Montiveros de Firulais dice que no ve grandes cambios. Los casos de maltrato son casi diarios y sigue habiendo épocas en las que el abandono de camadas recién nacidas es muy grande. Sin embargo, expresa que siente mucho más apoyo gracias a las redes sociales. Estas les permiten visibilizar lo que hacen y recibir ayuda de la gente.
Elisa Martí de Pro Vidaa comparte esta visión y atribuye esta pequeña mejora a la incorporación de las redes sociales. También se aventura a afirmar que, a nivel mundial, el concepto que se tenía sobre los animales ha cambiado y ha sensibilizado a la gente. Veronica Llanos afirma que ve una disminución en las formas de maltrato relacionadas con el cuidado del animal, pero que aún existen casos de violencia.
“Por muchos años, el maltrato fue normalizado ya que para muchos el animal de compañía era una cosa. Hoy está cambiando y creo que se debe al esfuerzo de muchos voluntarios que dejan su vida por ver un cambio social” expresa Jésica Mendez de Aka Pacha.
De esta investigación, podemos sacar varias conclusiones. La primera: identificamos que, indudablemente, el maltrato animal está vinculado con otros maltratos. La violencia hacia los animales reproduce un modelo de sometimiento que está instaurado en los cimientos de nuestra sociedad. Funciona, a su vez, como antesala y como consecuencia de la violencia social.
En segundo lugar: la labor que lleva a cabo el proteccionismo es noble y fundamental. Existen muchos grupos de personas que diariamente dedican sus recursos y abren sus vidas a esta causa. Además, enfrentan las consecuencias psicológicas que genera ser atravesados continuamente por la violencia. Si hoy identificamos que algunas cosas han mejorado, es gracias a ellos.
Por último: si bien el proteccionismo puede mitigar la situación del maltrato animal en San Juan, mientras no existan políticas estatales que realmente atiendan esta problemática, no se va a producir un cambio real y definitivo. De esto se desprenden dos premisas: la importancia de educar a modo de prevención, y la esterilización masiva para evitar que sigan naciendo animales cuyo destino es vivir -y morir- en la calle. Para ambas, el rol del Estado es irremplazable y fundamental.
Para esta nota entrevistamos solo a algunos de los grupos dedicados al proteccionismo en San Juan. Compartimos sus perfiles en redes sociales para que quienes quieran puedan colaborar con la tarea que realizan. Asociación Civil Firulas, combate el maltrato animal Choquitos del Oeste, asiste a perros en Rivadavia y Zonda. Refugio La casita de Tronquito, albergue de perros y gatos. Fundación Patitas sin Hogar, abocada a realizar esterilizaciones y rescates. Aka Pacha, realiza rescates y ayuda a esterilizar. Trabaja especialmente con colonias ferales. Cuenta con préstamo de jaulas trampas. Voluntariado Pro Vidaa, realiza rescates y esterilizaciones. ONG Pitbull en Peligro, cuenta con la Sala de Emergencia en Rawson, donde alberga animales, realiza esterilizaciones y brinda atención veterinaria a bajo costo. Ayudando Patitas SJ, comparte pedidos de ayuda, perros perdidos y encontrados y lleva adelante sus propios rescates. Huellitas Barrealinas, asiste a animales de Barreal, Calingasta Asociación Yastay, dedicada al rescate de animales. |